¿Por qué alcanzo mi meta? Porque no tengo otra opción

¿Por qué alcanzo mi meta?, bien lo dijo Victor Frankl aludiendo a la frase de Nietzsche: cuando existe un por qué, surge el cómo. Y cuando el por qué es simplemente “porque no queda otra opción”, aparecen las formas de resolver el asunto y alcanzar la victoria.

Las personas que quieren alcanzar una meta distinguida, un destino distinto, están obligadas a tomar el “camino difícil”, no aquel que toma todo el mundo.

En la ruta “desconocida” y pedregosa se encuentran las mejores recompensas. Justamente porque son sendas que no elige cualquiera.

Estos caminos se toman sin considerar “rutas de escape”. Se abordan con coraje y visión enfocada en la meta, en el destino. En este escenario las dificultades solo refuerzan la energía, galvanizan el carácter y pulen la voluntad.

La victoria está al frente, nunca atrás, ni a derecha o izquierda. Solo adelante. Allá donde se encuentra anclada la otra punta del cable que pisa el trapecista en las alturas. No sirve mirar abajo y tomar consciencia del peligro. Ello solo aumenta la posibilidad del fracaso. Porque el vacío provoca temor, y todas las personas, incluidas aquellas de gran carácter, lo padecen. Y al miedo es mejor no darle nunca una oportunidad, menos tenderle mesa.

La mirada al frente, enfocada en el objetivo: el plan B “no existe”; ya “no queda alternativa”; las naves han sido quemadas, la victoria es la única opción.

¡En ésta situación emerge todo el potencial del hombre! Aquí se ve la madera de la que está hecho. Y aquí, precisamente aquí, se distingue de los demás. Se hace diferente, mayor y más grande.

No por su valentía, o lo que muchos llamarán irresponsable osadía, solo porque llegó a su máxima estatura. Ésa con la que vino “de fábrica”, pero que nunca alcanzó por navegar en aguas mansas.

El ser humano está diseñado para triunfar.

Llegó dotado para gobernar (responsablemente) la naturaleza, someter la adversidad y alcanzar proezas que le están privadas a otras formas de vida. Tiene todo el poder para vencer desafíos y habitar las cumbres de la victoria.

Todas las personas forman parte de ésta casta: la que develó los misterios de la electricidad e hizo posible el viaje a otros mundos.

No existen los seres de “sangre azul” o “mente privilegiada”. Existen los que ven la victoria como una posibilidad y los que la entienden como una comisión que no tiene reemplazo. Los que buscan la comodidad de la sombra que otorga el árbol, y los que se suben a la copa para tener mejor visión de un horizonte que consideran propio.

¿Qué puede entenderse entonces como “mi meta”? La naturaleza y el alance de mi compromiso. Eso es todo. Un compromiso no tiene “plan B”, ni se planta opciones, únicamente enfoca el objetivo, la victoria, por muy compleja que ésta parezca.

El ser humano no es pequeño por naturaleza, elige serlo. Y ése es, con seguridad, su único pecado original.

Twitter: @NavaCondarco

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