Avance tecnológico. ¿Cómo “surfear” la ola?

Una novela de misterio expone una de las descripciones más interesantes sobre éste avance tecnológico que la humanidad vive hoy. El libro se titula “Origen” y su autor es el conocido escritor Dan Brown, creador del también célebre “Código Da Vinci”.

“Origen” cuenta con ingredientes similares a otros relatos previos de Brown. Una trama interesante, ambientada en lugares exóticos y con mucha historia (en este caso en España). Aspectos de religión y espiritualidad como soportes del argumento, y un par de elementos que interactúan con todo: la ciencia y el avance tecnológico.

Al margen de Robert Langdon, el profesor de Harvard que acompaña todas las novelas de Brown, en “Origen” el protagonista es el científico, filántropo y billonario Edmond Kirsch (que bien podría tener su alter-ego en Elon Musk).

Kirsch está involucrado en el financiamiento y desarrollo de muchos proyectos científicos, especialmente relacionados a “supercomputadoras”. Aparte de ser entusiasta usuario de todo lo que el avance tecnológico puede proveer (un celular muy personalizado, un auto Tesla de movimiento autónomo y un asistente personal en forma de computadora cuántica), Kirsch es amante del arte y de Barcelona, ciudad en la que vive.

En el marco del argumento del libro, éste hombre ha descubierto algo de trascendental importancia que anunciará al mundo: la respuesta definitiva a las preguntas ¿de dónde venimos? y ¿a dónde vamos? Interrogantes que la raza humana se ha hecho precisamente “desde el origen”.

La expectativa mundial es grande, y Kirsch responde a ello organizando un evento espectacular en el museo de arte moderno de la ciudad de Bilbao. Allí expondrá su descubrimiento al mundo y está convencido que cosas trascendentales sucederán después: el fin de todas las religiones y la creación de nuevos paradigmas, entre otras.

Al evento están invitadas cientos de personas influyentes y reconocidas en diferentes aspectos. Entre ellas el profesor Robert Langdon y Ambra Vidal, administradora del museo y prometida del príncipe de España.

Con estos personajes al centro de la trama y otros que el relato de Brown incluye progresivamente, avanza la obra.

La novela tiene sus méritos en el ámbito del suspenso y la especulación histórico-científica que caracteriza a Brown, pero es el trato conceptual del avance tecnológico lo que genera un interés particular.

Estos son un par de aspectos ambientados en la novela y que vale la pena citar:

1.- El avance tecnológico y los cambios que ello está generando en la vida de los seres humanos.

El ritmo del desarrollo tecnológico es hoy incomparablemente mayor a cualquier otro periodo de la historia humana. Así lo describe Edmond Kirsch en la novela:

“Pasaron más de un millón de años desde el descubrimiento del fuego hasta la invención de la rueda. Luego solo unos pocos miles de años hasta la invención de la imprenta. Y después de esto, un par de cientos hasta la construcción del telescopio.

¡En los siglos que siguieron a éste, pasamos de la máquina de vapor a los automóviles impulsados por gasolina, y de estos al transbordador espacial! ¡Y a partir de entonces solo nos ha llevado dos décadas comenzar a modificar nuestro propio ADN!

¡Hoy en día, el progreso científico avanza a un ritmo abrumador y lo medimos en meses!…

No pasará mucho tiempo hasta que el supercomputador más rápido que hay en la actualidad parezca un simple ábaco, o hasta que los métodos quirúrgicos más avanzados sean considerados una barbarie.

¡Dentro de poco las fuentes de energía que usamos nos parecerán tan arcaicas como el uso de las velas para iluminar una habitación!

Los antiguos griegos tenían que volver la vista a siglos atrás para estudiar culturas anteriores. Nosotros, en cambio, solo tenemos que fijarnos en la generación anterior para encontrar una sociedad que vivió sin la tecnología que hoy damos por sentada.

La línea cronológica del desarrollo humano está comprimiéndose y el espacio que separa lo antiguo de lo moderno es cada vez menor.”

Una descripción sencilla y conmovedora de lo que está ocurriendo. El avance tecnológico (en sus vértices significantes), se está produciendo vertiginosamente.

Los cambios demandan adaptabilidad en periodos muy cortos de tiempo. Si las personas tuvieron décadas para adaptarse a las realidades planteadas por la revolución industrial, hoy tienen meses para hacerlo con otras innovaciones de la ciencia y la tecnología.

Por otra parte, las nuevas realidades exigen capacidades específicas, especialmente para las personas que quieren “surfear” la ola, aprovechar la energía de los cambios y competir favorablemente con los demás.

Ante el avance tecnológico el conocimiento no basta, porque de hecho aquel progresa a un ritmo que no permite su asimilación. Tampoco es suficiente disposición o actitud, porque quedan cortos ante la vorágine y las proporciones del cambio.

Se necesitan destrezas intelectuales y capacidades mentales muy específicas. Y éstas últimas son mucho más importantes que las primeras.

Sin la capacidad mental para tomar consciencia (antes que nada), de la dinámica que presenta la realidad y la necesidad de ajustarse a ella, los profesionales serán devorados por los cambios.

La referencia a la “toma de consciencia” se interpreta, muchas veces, como algo banal y retórico. Pero es el factor más importante para definir la calidad de las acciones humanas. Tómese como ejemplo un salto en paracaídas. Las personas que lo hacen están completamente conscientes del carácter de la actividad en cada etapa del proceso, y así consiguen concluir exitosamente la experiencia. De otra manera sería una actividad muy riesgosa y de resultados imprevisibles.

Si no se “toma consciencia” del carácter y la dinámica del avance tecnológico que regula la vida moderna, no se puede “surfear” la ola y aprovechar la energía de los cambios. Precisamente la “toma de consciencia de la ola” define los conocimientos, las disposiciones y actitudes que se necesitan para “surfear”.

Tomar consciencia significa entender lo que está pasando, saber que se está irremediablemente involucrado. Estar alerta a cada señal. Ser una persona de criterio amplio y mente abierta para interpretar ésas señales.

Solo a partir de la toma de consciencia se pueden desarrollar destrezas intelectuales. Y entre éstas, el profesional debe activar las que no puedan ser emuladas por una máquina, al menos en un futuro mediato. ¡Ése es el camino!

Cualquier cosa que una máquina pueda hacer, la hará mejor que el hombre.

Sin embargo hay una cantidad inmensa de cosas que ellas no podrán hacer pronto, o probablemente nunca. Estas capacidades “esencialmente humanas” son las que tienen que desarrollarse: creatividad, imaginación, flexibilidad, innovación, etc.

Las máquinas no tienen la creatividad que puede exponer un ser humano, pero pueden ser herramientas tremendamente poderosas en manos de seres creativos. Los aparatos no tienen imaginación, pero pueden ayudar al hombre para que alcance sus sueños. Las máquinas por sí solas no pueden innovar, pero son producto de la innovación humana.

Si las personas cuentan con capacidades que pueden ser emuladas por las máquinas, serán irremediablemente superadas y reemplazadas por ellas. Si cuentan con capacidades esencialmente humanas, tendrán en las máquinas sus mejores herramientas.

2.- ¿Hacia dónde vamos?

Esta es la segunda pregunta planteada por Edmond Kirsch en la trama de “Origen”.

Si se toma en cuenta lo descrito en el punto anterior, es sencillo preguntarse: a éste ritmo de evolución y avance tecnológico, ¿qué puede esperarse en el futuro cercano?

La novela de Brown plantea algunas cosas interesantes. Sin entrar en detalles describe un futuro en el que el hombre estará obligado a “integrarse” con la tecnología que él mismo crea. Para de esta manera no ser, en última instancia, disfuncional.

La integración perfeccionará la complementariedad entre el hombre y el avance tecnológico. Su mutua dependencia.

Integración es el acto de unir, incorporar y entrelazar partes para que conformen un todo. Y esto se encuentra lejos de la subordinación o el dominio. No se trata de “dominar” la tecnología o quedar “dominado” por ella, se trata de unirse y entrelazarse con ella.

El asunto suena algo intimidante. Posiblemente por ello mismo acopla tan bien en una novela de misterio. Pero a más de esto, no es un argumento descabellado desde ningún punto de vista. El avance tecnológico tiene dimensiones portentosas. Y avanza a un ritmo escalofriante. El “dominio” no es posible, la “subordinación” inadmisible. Por lo tanto la “integración” emerge como algo coherente.

¿Hacia dónde vamos? Hay todavía mucho misterio en esto, el mismo que, probablemente, justifica leer el “thriller” de Brown.

Twitter: @NavaCondarco

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