El valor de la paciencia en los emprendimientos y la vida

La siguiente es una reflexión sobre el valor de la paciencia que tiene más de 2000 años de antigüedad, y nunca ha dejado de ser valiosa.

¿Qué tan importante es el valor de la paciencia en el acto de emprender?

La tarea de emprender es una de las más desafiantes y complejas. En ella deben superarse multitud de temores, dudas, complejos y críticas. En pocos actos de la vida se ponen a prueba convicciones de manera más evidente. Por otra parte, vencidos los obstáculos para iniciar viaje, éste es a su vez un largo, agitado y solitario camino. Merece particular atención la soledad que el Emprendedor tiene en el trayecto.

Muchos pueden estar alrededor, alentando y apoyando, pero el Emprendedor está esencialmente solo. Harry Truman, el 33vo presidente de los Estados Unidos, tenía escrito en la mesa de su despacho: “el encargo termina aquí”. Y así es exactamente la historia del Emprendedor: la responsabilidad no puede compartirse ni delegarse. Al final del camino hay solo un par de hombros y una espalda.

Esa “soledad” la conoce únicamente quien ha tomado la valiente decisión de emprender. Hay sabiduría milenaria que el Emprendedor puede aprovechar para procesar todo esto. Una de las más valiosas tiene un par de miles de años de antigüedad.

La epístola de Santiago es uno de los textos más hermosos de la Biblia. Su mensaje no es sólo alimento sólido para el espíritu, es también enseñanza práctica para la conducta que debe sostenerse en la vida. En cuanto hombres en general y también en la función profesional.

Muchos mensajes de esta carta están hechos a la medida de las cosas que necesita entender y hacer el Emprendedor, a saber:

  • El valor trascendental de la paciencia para perseverar y alcanzar el éxito.
  • Los perniciosos efectos de la duda y la falta de fe .
  • La inconstancia del hombre de “doble ánimo” en todos sus caminos.
  • La aptitud indispensable para ser “pronto en el oír, tardo en el hablar y tardo para airarse”
  • La importancia del trabajo que sucede a la convicción.
  • El ominoso poder de la lengua y de la palabra para la construcción o destrucción de las cosas.
  • El enorme poder de la humildad como elemento motriz de la tarea.
  • La forma de visualizar y encarar el futuro.
  • La necesidad de ser equilibrados y justos en el trato con quienes sostienen y colaboran con las tareas.

El valor de la paciencia.-

Santiago señala: “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia” (Stgo 1, 2:3)

Escasos maestros existen en la vida como los problemas y las adversidades. Nadie en sano juicio las busca, pero todos las encuentran en algún momento. La mayoría solo sufre su rigor. Pocos las capitalizan positivamente. Sacar provecho de las dificultades y convertirlas en maestros, colisiona con preceptos y enseñanzas que se inculcan desde la infancia.

No siempre se considera, por ejemplo, que uno de los frutos más valiosos que procede de las pruebas que presenta la vida es la PACIENCIA.

Santiago es claro en esto:

La prueba de la fe produce paciencia.

Fe tiene el Emprendedor al poner en marcha una idea o visión. Los negocios existen porque alguien creyó en ellos, los gestó con certeza de lo que esperaba y convicción de lo que otros no veían.

Ésta fe es puesta a prueba en el camino. Sin marcha, las pruebas no aparecen, por lo tanto y como primer punto, las pruebas son señal de que ¡el emprendimiento existe!

Si la fe no fuese puesta a prueba tampoco tendría premio, carecería de calidad y sustancia. ¡Un buen emprendimiento tendrá pruebas en el camino! Y detrás de éstas, no solo cabe encontrar el tipo de fortaleza u oportunidad a la que se remiten los viejos consejos, también la oportunidad de cultivar paciencia, combustible vital para hacer el viaje.

Querido Emprendedor, sin paciencia nunca se llega a la meta.

Se hacen viajes cortos, se navega en superficie, se coquetea con la seducción de “lo promedio”, aquello que se halla tan cerca de lo mediocre. No se gestan ni se desarrollan buenos planes, no se cautiva a los clientes, no se enamora al mercado ni se vence al competidor. Y por sobre todo, no se supera la soledad que acompaña el trayecto.

El valor de la paciencia se refleja la virtud de alinearse con ése médico infalible que tiene la naturaleza: el tiempo. Éste es quien al final remedia y resuelve todo.

La impaciencia es, estadísticamente, la causa mayor del fracaso de los buenos emprendimientos, es homicida de proyectos y obstáculo para su éxito. Supera a la vacilación, la falta de fe y la aversión al riesgo como factor de fracaso del Emprendedor.

No solo es sugestivo, es sobre todo conmovedor que Santiago afirme que se debe tener “sumo gozo” cuando se enfrenten diversas pruebas. Porque es contrario a lo que el instinto indica. ¿Enfrentar los problemas y la adversidad con gozo? Probablemente los parámetros de educación y cultura alcancen para aceptar las pruebas “poniendo buena cara al mal tiempo”. Pero ¿gozo?, es decir ¿disfrutar del mal tiempo? Esto sólo puede entenderse suponiendo que al hacerlo algo grande se consiga. Y esto es, precisamente, la paciencia.

Enfrentar con  gozo las pruebas constituye un examen capital, porque pocos tendrán la actitud apropiada para hacerlo. Pero esto de hablar de “pocos” lo entiende bien el Emprendedor, dado que él mismo forma parte de un grupo reducido de personas en este mundo.

Ahora bien, hay que entender con propiedad lo que gozo significa. Porque las escrituras no hacen uso circunstancial de los términos, y el Emprendedor no tiene a poco ningún consejo útil. La palabra gozo procede del vocablo latino “gaudium” y hace referencia a la alegría del ánimo o al sentimiento de complacencia al poseer o recordar algo apetecible. Gozar, por lo tanto, está asociado a disfrutar y a toda acción que genere contento.

La adversidad se enfrenta, entonces, con alegría de ánimo. Los problemas se soportan con complacencia, y se disfruta el proceso hasta el punto que provoca felicidad.

Y, ¡ojo!,  a no olvidar que Santiago no sólo demanda gozo, más bien sumo gozo, o todo lo anterior en estado superlativo.

¿Qué tan natural puede ser esto?

Seguramente conviene tomar prudente distancia del sentido espiritual que la afirmación tiene en la carta, porque en ésa dirección está planteada la demanda. Pero la “dimensión prosaica” también tiene poder. Como la tiene una corriente eléctrica después que ha sido procesada en un transformador. En este sentido la demanda es natural, ¡por supuesto!; difícil de entender, pero absolutamente natural. ¿O se puede aseverar que el gozo no es un elemento natural en el hombre?

Probablemente sea mejor cambiar la palabra natural por habitual. De esta manera se corre menos riesgo de cometer un error:

“Naturalmente se podrían enfrentar los problemas y las adversidades con sumo gozo, pero habitualmente no se lo hace. Se podría entender, naturalmente, que la paciencia se construye mejor desde éste ángulo, pero habitualmente no se lo hace”.

Sin embargo, el Emprendedor también comprenderá mejor que otros que “habitualmente no existe mucho beneficio en lo habitual”. ¿No es cierto acaso que los emprendimientos exitosos se hallan lejos de hacer las cosas “como siempre”?

Se exige entonces una actitud diferente al enfrentar problemas y adversidades. Una actitud “no habitual” en las personas, y por ello mismo una que proporcionará ventajas comparativas.

Por otra parte, ¿Cuál es el beneficio concreto de enfrentar la adversidad con ansiedad y angustia?, ¿existe en ello alguna ganancia?

Se ha convertido en peligroso paradigma mental el hecho que la responsabilidad se acompaña con una actitud de “preocupación”. Se da a entender que quien no se preocupa, en realidad “no se ocupa apropiadamente de las cosas”.

De esta forma se construye una cultura fundamentada en el temor y la aversión al riesgo.

Preocuparse en realidad está muy lejos de ocuparse. Es mucho más fácil preocuparse que ocuparse. Y si existe una cultura que fomenta lo primero, de hecho conseguirá que la preocupación termine por sustituir a la ocupación.

La “preocupación” puede vincularse a la parálisis, de la misma forma que la alegría de ánimo puede convocar a la acción. La preocupación carga el mismo tipo de energía negativa que nutre los problemas. En ése sentido ¿cómo puede ser la mejor forma de resolverlos? La acción en cambio, siempre es de signo positivo y con ello está mejor habilitada para enfrentar los contratiempos.

La preocupación, la angustia y la ansiedad difícilmente conseguirán desarrollar paciencia como pueden hacerlo la alegría de ánimo y la complacencia.

Por eso, a la demanda de Santiago, como en muchos otros casos de la vida, no se ajusta la interrogante ¿Por qué?, más bien, ¿Por qué no?

Al Emprendedor le resulta familiar la asociación del éxito con la perseverancia, pero ¿es posible ser perseverante sin entender primero el valor de la paciencia?

La perseverancia es el vehículo que permite alcanzar los objetivos, pero la paciencia es el combustible que mueve ése vehículo. Detrás de una persona perseverante no existe necesariamente un hombre obstinado o seguro de sí mismo, existe sobre todo un ser muy paciente.

Y la paciencia la proporcionan las pruebas que se enfrentan con gozo, con alegría de ánimo, con sentido de beneficio.

Triste, en realidad, tiene que estar quién pocas veces enfrenta algún problema. Porque es posible que no esté haciendo nada significativo.

Twitter: @NavaCondarco

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