La creatividad emerge cuando se deja de pensar

La creatividad emerge cuando se deja de pensar. ¡Tal cual! El estrés y la creatividad, aunque elementos completamente diferentes, comparten una relación causal que explica algunas de las cosas más importantes de la vida. Ambos pueden entenderse mejor si la reflexión se remite a una raíz común:

La existencia del estrés y la falta de creatividad se originan en la forma que el hombre usa una facultad que lo distingue en la naturaleza: su capacidad de pensar.

Se considera el estrés una consecuencia ineludible de la dinámica de trabajo y del hecho de vivir en “estos tiempos”. Se busca coexistir con él como quién se entiende con un “pasajero molesto” que acompaña el viaje, y cuya presencia es inevitable. Pero este acercamiento no solo es superficial, poco efectivo y desgastante, es también contraproducente.

Las personas están acostumbradas a combatir los efectos del estrés y brindan poca atención a sus causas. Y cuando se abordan los efectos en desmedro de las causas, el propio esfuerzo se convierte en fuente de tensión e incrementa el rigor de todo el cuadro.

No es que sea más sencillo atacar efectos que causas, simplemente es más práctico y consecuente con la urgencia. Es casi una actitud “reflejo” que luego se convierte en hábito. Por otra parte, tampoco existe estímulo suficiente para brindar más importancia a razones que a consecuencias, dado que está arraigada la creencia que el estrés no puede ser evitado, como tampoco un molesto día de lluvia. Así, el remedio más lógico parece ser el de prepararse para la eventualidad lo mejor posible.

Sin embargo, el estrés no solo puede destruir las mejores cosas que ofrece la vida, también afecta la productividad cotidiana y la capacidad de alcanzar metas de forma eficiente. Así ya no es solo un “compañero molesto”, se transforma en un obstáculo.

La ventaja competitiva es la posibilidad de rendir (en lo que fuese), mejor que los demás. Para esto la gestión del estrés es un asunto fundamental. Uno que supera la propia capacidad intelectual y el potencial físico. Decía Napoleón que lo moral es a lo físico “cuatro veces a uno”. Y afirman los grandes estrategas de Oriente que la ventaja mental es la ventaja definitiva.

Existen muchas causas que detonan el estrés, pero la fundamental tiene que ver con los procesos mentales. En los entramados complejos de la mente se desarrolla la dinámica que define la calidad de vida de las personas, su productividad y capacidad de ser competitivos.

La mayoría no tiene el poder de controlar su mente y utilizarla con eficiencia. Por el contrario, se encuentra habitualmente dominada por ella hasta un punto de sutil esclavitud.

El “control de la mente” no tiene acá la connotación de otras disquisiciones. Dicen muchos (seguramente con el necesario conocimiento), que el ser humano utiliza en grado pequeño el poder que tiene su mente. Y de hacerlo mejor construiría experiencias grandiosas. Si eso es así, estas líneas no lo desmienten ni lo afirman. No es el propósito. El argumento acá es que las personas no tienen control sobre su mente.

Todos los procesos mentales (también aquellos que generan estrés), se manifiestan a través de los pensamientos. Son ellos, en corriente continua, los que condicionan las percepciones del mundo exterior y las conductas. La gente piensa sin cesar, cada momento de su vida.

Pensar ya no es una función natural que permite interactuar con los fenómenos externos, es una adicción que se nutre y engrandece a sí misma. Afirman que más del 90% de los pensamientos son repetitivos, y ocupan la mente de la misma forma que esos virus electrónicos que ha creado la vida moderna.

Miles de pensamientos cada instante de vida, la mayoría carente de utilidad y muy lejos de la creatividad.

Parte significativa de esos pensamientos se remite a experiencias pasadas. Otra mayor a disquisiciones sobre el futuro. Pensamientos que referencian todo lo que pasó y podría pasar. Relaciones con elementos que no se pueden controlar. Pesar y depresión respecto al ayer, ansiedad con relación al mañana.

Cuando ésa corriente interminable ocupa la mente, le quita funcionalidad y la anula, dado que NADA puede hacerse con relación al pasado y poco respecto al futuro. Al concentrarse en ésas dimensiones, la mente hace lo mismo que un motor acelerando en marcha neutra. No va a ninguna parte, a pesar que “opere en toda su capacidad”.

Precisamente el factor más importante y distinguido del hombre, su capacidad de pensar, es el que lo esclaviza. Lo hace ineficiente, le resta creatividad y competitividad.

Se aconseja, como una forma de combatir el problema, sustituir pensamientos ociosos y negativos por otros provechosos. Pero eso, finalmente, también produce conflicto interno. No es fácil ser optimista y positivo cuando ello debe alcanzarse venciendo el pesimismo y la negatividad. La lucha de estos opuestos genera tensión y saturación mental.

El remedio más lógico parece absurdo: dejar de pensar. Establecer pausas en el flujo interminable de procesos mentales. ¡Asi es! La creatividad emerge cuando se deja de pensar.

¿Cuál es el fundamento de esta lógica?

Uno sencillo. Si del conjunto de pensamientos habituales un porcentaje pequeño es útil y productivo, “dejar de pensar” permite que la gran mayoría de pensamientos inútiles se elimine. De esta manera se incrementa la probabilidad para que la mente se ocupe de cosas valiosas y surja la creatividad.

Las ideas más grandes, inventos trascendentales, obras de arte, soluciones efectivas y sueños transformadores, han nacido de ése espacio de creatividad que vive oculto en la maraña de pensamientos que dominan la mente.

La creatividad no emerge como producto de la acumulación de pensamientos o el esfuerzo invertido en procesarlos. Surge de ése pequeño margen que genera la pausa en la vorágine mental. Ése espacio que carece de convencionalismos, creencias, formatos, que nada tiene que ver con “lo construido”, porque precisamente es nuevo y se está “creando”.

Los pensamientos convencionales son producto de la historia que cada quién tiene. Una que no solo se remite a su propia existencia, también a las generaciones precedentes. Una bitácora de la humanidad desde el principio de los tiempos. El hombre es, en última instancia, lo que ha sido su historia. De allí surgen valores, principios, ideologías, creencias, convicciones. Un conjunto de elementos “construidos”, y por ello mismo distantes de la creatividad.

Pocas cosas pueden crearse a partir de formatos ya elaborados. La creatividad se fundamenta justamente en lo “no existente”, en aquello que aún “no es”.

No surge como respuesta a previsiones o visión del futuro. La creatividad es génesis, por ello no existe en perspectiva. Puede ser efectivamente una solución a problemas pasados y de ésa manera condición de futuro, pero no surge ni en éste ni en aquel.

La creatividad es sublime efecto de vivir en el presente, en el ahora.

Y acá emerge otra verdad cautivadora: los pensamientos no tienen referencia en el presente, no tienen capacidad de trabajar en él. Por esto la creatividad emerge cuando se deja de pensar.

Las personas creen que piensan “en este momento”. Pero todos los pensamientos de “este momento” están vinculados a pasado o futuro, próximo o remoto. Tan próximo como el momento recién superado o el inmediato por venir. De esta manera se habilita espacio para el estrés, no para la creatividad.

Dejar de pensar, por lo tanto, resuelve la tensión que conduce al estrés y dispone condiciones para que funcione la creatividad. Así se generan fundamentos para alcanzar ventajas competitivas y genuina calidad de vida.

El desafío no es combatir los efectos del estrés o perseguir las Musas que activen la inspiración. El desafío es dejar de pensar, concentrándose en el hecho de vivir el presente, el ahora. Único espacio en que se manifiesta la propia vida y su poder.

Si la creatividad emerge cuando se deja de pensar, entonces ¿cómo se puede “dejar de pensar”?

Existen innumerables obras y autores que abordan el tema. Los fundamentos espirituales de muchas religiones y disciplinas contribuyen a entender la importancia de vivir en el presente, y reducir la depresión y ansiedad que provoca el “tiempo psicológico”. Todas las obras y autores tienen virtudes y vacíos. Sin embargo constituyen plataformas que el interesado puede abordar para alcanzar entendimiento de algo que es tan vital como el aire que respira.

Las verdades definitivas no pueden incluirse en ninguna obra. Por ello el conocimiento solo alcanza a quién genuinamente lo desea. Quien en definitiva toma consciencia de la necesidad de hacerlo.

El contenido de la obra de Eckhart Tolle: “El poder del ahora” sigue fresco y renovador. Probablemente porque toca un tema que como el propio presente es completamente atemporal. Su lectura, sin embargo, solo consigue activar la conciencia, el resto es una causa personal. Una que tiene como estímulo resolver las causas primarias del estrés y encontrar las fuentes prolíficas de la creatividad.

Existirán aquellos a los que el estímulo anterior, aún con toda su jerarquía, no alcance. En este sentido puede constituir incentivo adicional el hecho de obtener ventajas competitivas en el desempeño de las labores que se realizan. Las ventajas competitivas en el ámbito personal y profesional no se alcanzan solo con conocimiento o esforzado trabajo. Se lo hace desde un espacio donde el estrés se encuentre cautivo y la creatividad halla caminos para alcanzar la superficie de las formas.

Existirán otros que estén cansados de responder con impotencia al caudal interminable de pensamientos molestos cada instante de su vida. Pensamientos referentes a lo que fue o lo que será, y sitúan la tranquilidad siempre en el futuro, en “ése” momento que se alcance lo que se presume necesario. Ésa vida que mantiene a la gente persiguiendo una zanahoria atada a su frente.

Existirán también aquellos que finalmente quieran conocer la vida en su verdadera esencia. Aquella que los elude desde que han nacido.

No lo olvide: La creatividad emerge cuando se deja de pensar.

Para todos la respuesta está planteada: transitar el camino para vivir ahora, en el presente. En el único momento que es real y que explica ése fenómeno que es la vida. Uno que nunca se aprende, uno que se debe aprehender.

Twitter: @NavaCondarco

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