El éxito ajeno, ¿por qué a otros les va mejor que a mi?

La pregunta frecuente, ¿por qué a otros les va mejor que a mí?, o la consideración del éxito ajeno, responde a un afán compulsivo de compararse con los demás. A evaluar el éxito propio en función de lo que se aprecia en los demás.

¿Por qué a otros les va mejor que a mí? ¿Por qué el éxito es ajeno?

Les va mejor:

  • En primer lugar, porque tú lo dices.
  • Luego, les va mejor en los aspectos que viste conveniente comparar.
  • En tercer lugar, les va mejor porque probablemente estén pagando un costo que tu no asumes.
  • Y les va mejor, en última instancia, porque es posible que hayan contado con alguna condición excepcional para iniciar el viaje.

¿Por qué no sirven las comparaciones para evaluar el éxito?

Hay dos cosas importantes que mencionar respecto a la pregunta ¿Por qué a otros les va mejor que a mí y por qué el éxito es ajeno?

1.- No está mal hacerse la pregunta y tratar de responderla. No ayudan ésas recomendaciones que sugieren desechar el interrogante por considerarlo inútil. Para quién básicamente se preocupa por su perfil competitivo es natural hacer comparaciones.

2.- En todo caso, lo que está mal es darle importancia capital al tema y considerarlo factor determinante de evaluación propia.

La COMPETITIVIDAD no se mide en términos de comparaciones con los demás. Los RESULTADOS son los que pueden compararse, y en estricta consideración de factores de contexto, presentes y pasados.

La Mente Competitiva considera el resultado como producto de SU desempeño, nunca del desempeño de los demás.

¿Es acaso frecuente ver a un atleta en una carrera de velocidad, mirar a derecha e izquierda mientras va corriendo? Su vista está fija en la meta. Porque si lo hiciera de otra forma perdería la capacidad de enfocarse en el resultado.

Cuando concluye la carrera puede evaluar su desempeño y hacer comparaciones. Luego de la competencia, no mientras ésta se lleva a cabo.

Después de competir aplica la posibilidad de preguntarse ¿por qué a otros les va mejor que a mi? o ¿por qué el éxito fué ajeno? Nunca mientras se esté llevando a cabo.

Porque o bien ACTÚAS o bien reflexionas en el carácter mismo de tus actos.

Ahora bien, es sencillo visualizar el asunto cuando se trata de una carrera de 100 metros. Pero ¿cómo funciona esta lógica cuando la carrera es de larga duración, o de carácter indefinido? ¿Corresponde mirar permanentemente a los demás y compararse?

NO.

Para quién desea optimizar sus acciones, la demanda es la misma: evaluar el resultado como producto del propio desempeño. No del de los demás.

La recomendación se basa en un hecho simple: en la práctica es imposible ser objetivo en las comparaciones con los demás. Pesa mucho el juicio propio, el lente con el que se miran las cosas. Y en comparaciones sobre el éxito  ése lente habitualmente está empañado por frustración, ambición, deseo, envidia e impaciencia. No existe una forma efectiva de limpiarlo y ser honesto con uno mismo.

¿Por qué a otros les va mejor que a mi? ¿Por qué el éxito es ajeno?

“Les va mejor” es un criterio subjetivo.-

“Les va mejor a los demás” PORQUE TU LO DICES. El hecho no responde a ningún criterio de objetividad.

El éxito profesional, y la vida en general, es una carrera de larga duración, no una prueba de velocidad. Las comparaciones no pueden hacerse en lapsos de tiempo breves o trechos cortos de espacio/tiempo. En la vida te va mejor hoy y te va peor mañana. Así les sucede a todos. Sin excepción de uno solo, ni siquiera “aquel o aquellos” con los que mides las cosas en éste momento.

¿Cuándo entonces se hace la evaluación final?

Posiblemente la única evaluación razonable pueda ser hecha cuando acabe la “carrera”. Pero si éste evento es la vida misma, ¿sirve de algo hacer una comparación cuando todo ha terminado? ¿Se fue la vida en un afán absurdo de comparar cosas en el camino?

“Les va mejor” en aquello que se está comparando.-

En segundo lugar, ¿en qué les va mejor a los demás?, ¿qué es exactamente lo que estás comparando?

Finalmente eso no importa tampoco, por otra razón obvia: a NADIE la va bien en todo. No existe una persona que pueda decir que todo “su equipaje” se encuentra bien y en orden siempre. No hay uno solo. ¡Todos tenemos problemas!  Cada quién tiene carencias y dificultades. Y en esos aspectos  “envidia” sanamente la situación del prójimo.

Existe solo una forma de eludir el camino pedregoso de considerarse incompleto o deficiente en relación a los demás. Y ésa vía no pasa por las comparaciones, màs bien por no depender de “externalidades” el momento de medirse.

Cuando una persona depende de las cosas que suceden en su exterior para calificar su éxito en la vida, siempre engrosa las filas de los perdedores.

Es necesario vivir en función de lo interno, de lo que se tiene “adentro”. Allá están los parámetros que importan y que garantizan la estabilidad emocional. Y esto, a su vez, tiene valor incomparable para un desempeño altamente competitivo.

¿Ves “afuera” alguien al que las cosas le van mejor que a ti? ¿Sabes, sin embargo, todo lo que le pasa en su vida? ¿Estás seguro que él no te mira a ti y a otros con el mismo sentimiento? ¿Sabes qué pasará con él mañana, o que sucederá contigo?

¿Por qué a otros les va mejor que a mi? ¿Es el éxito ajeno?

“Les va mejor” porque están pagando el costo de ello.-

En tercer lugar, es posible que “a los demás les vaya mejor” porque estén pagando un costo que tú no asumes. ¡Es completamente posible! Al menos en la coyuntura razonablemente objetiva que se esté midiendo.

Debe entenderse que las personas consiguen mejores o peores resultados que otros esencialmente por el COSTO que pagan por sus resultados. No necesariamente por cuestiones de aptitud o azar.

Hay una propensión casi universal para aceptar resultados positivos, pero muy poca disposición a pagar los costos que ello involucra. Y estos son mayores mientras más ambicioso es el resultado que se persigue.

Si no estás pagando el costo que representan tus objetivos, ambiciones, deseos y sueños, luego “les va mejor” a quienes lo están haciendo. ¿No es lógico?

Por otra parte, si por algún motivo no tienes la disposición de pagar ése costo (cosa que puede ser muy razonable), ¿por qué te amargas con el resultado de las comparaciones?

Es bueno que en esta vida todos aprendan a respetar básicamente a quién paga los costos del estado que quiere y alcanza. Si alguien pagó el costo de una butaca cercana al artista que da el concierto y otro asumió el costo de un asiento en la tribuna situada a cincuenta metros del escenario, ¿dónde está la pérdida? Cada quién recibe el valor del costo sufragado. ¡Pero finalmente es un VALOR!. Y como tal correspondiente, coherente, consistente y pertinente con lo invertido.

¿Y qué pasa con aquellos que invierten lo “mal habido” para disfrutar de resultados que le están vedados al hombre recto? ¿Qué hay de los corruptos, delincuentes, aprovechadores y todos los que han decidido ignorar lo que el consenso social define como correcto? Pues también calcula el COSTO que (más temprano que tarde), pagarán por sus resultados.

Nunca te pierdas en esta evaluación: ¡todo tiene un costo! Y el que decide afrontarlo lo paga de todas maneras.

Si bien no es posible juzgar favorablemente a quién adopta los “caminos equivocados”, hay un hombre que merece una evaluación igual o peor: el mediocre. Éste es el que corroe el bienestar general. El “tibio” de las manifestaciones bíblicas. El individuo “neutro” en las inquietudes por visualizar el futuro económico y social de la especie.

Éste es el modelo de hombre al que se le debe huir. Porque entre otras cosas, y a diferencia del malhechor, no está sujeto a ninguna norma colectiva. Tampoco se somete, por supuesto, a ningún parámetro moral. El simplemente NO ES y NO QUIERE. Tampoco se siente mal consigo mismo (que bueno fuera), más bien se siente bien sin ser y sin dejar de ser.

Hay una definición útil de éste individuo: “mediocre es aquél que por diferentes motivos ha dejado de luchar por lo que soñó o anheló en algún momento de su vida”.

Las comparaciones poco ayudan en la definición del éxito. Pero DEJAR DE LUCHAR constituye la nota final en la calificación de un individuo. Y dejar de luchar por sueños, deseos, anhelos es la única calificación apropiada del perdedor.

¿Por qué a otros les va mejor que a mi? ¿Por qué el éxito es ajeno?

“Les va mejor” por condiciones extra-ordinarias que favorecen su partida.-

Por último, la comparación de “¿por qué a otros les va mejor que a mi?” y lo ajeno del éxito, no puede excluir la consideración de factores excepcionales. Ajenos al control de cualquiera.

Warren Buffett, el millonario norteamericano, se preguntó alguna vez si hubiera podido tener una vida similar de haber sido hijo de una mujer en una aldea africana. Su respuesta honesta fue no. Y a esto llama él la “lotería del vientre”.

¿Tiene alguna utilidad hacer comparaciones en estos casos? ¿Tiene sentido preguntarse por qué a otros les va mejor que a mi cuando estos factores existen?

Ahora bien, seguramente no aprovecha la comparación específica, pero tampoco sirve utilizar el argumento para justificar el defecto propio. Forma parte del pensamiento mediocre afirmar que “mi vida hubiese sido muy diferente si nacía en Chicago”.

Hay quienes inician la carrera por la vida en un automóvil deportivo, otros en bicicleta y la mayoría a pié. A todos les corresponde emprender viaje e invertir los mejores esfuerzos para llegar lo más lejos que puedan. ¡No hay excusa! La vida no las acepta.

Posiblemente tendrá que reconocerse mayor mérito al que llegó más lejos haciendo el viaje a pié. Pero finalmente esto es también un juicio forzado.

¡Nadie puede evaluar el éxito de nadie!

El éxito es un fenómeno de evaluación íntima, estrictamente personal. No depende nunca de la evaluación de externalidades.

Cualquiera de nosotros podría animarse a evaluar la vida de Warren Buffett y probablemente calificarla como muy positiva en término de comparaciones. Se presume que ha tenido una existencia espléndida. Seguramente pago el costo que ella representa y posiblemente se sienta muy bien con todo lo hecho y obtenido. ¡Bendito sea!

Pero también es factible que le haya ido mejor a ése niño en una aldea de África.

Quizás se sienta el hombre más feliz de la tierra y no haya conocido nunca una casa decente en los términos comparativos que tú o Buffett tendrían. Y por supuesto no sepa ni por asomo qué significa Chicago.

Twitter: @NavaCondarco

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