Mente Competitiva, ¿que es y cómo funciona?

La Mente Competitiva no opera en función de comparaciones con otros. Se contrasta siempre a sí misma. Funciona en términos del criterio de crecimiento, no de desarrollo. Existe diferencia entre estos criterios, porque el crecimiento involucra cambios cualitativos de estado, en tanto el desarrollo sólo una consolidación de mejoras (si se lo aprecia desde el ángulo positivo).

(Extracto del libro “El Pingüino Amarillo: el pensador estratégico y sus procesos mentales“)

La mente de los atletas de alta competición, a diferencia de lo que cabría suponer, no se orienta por lo que representan o consiguen otros, se dirige siempre a superar el estado propio.

La Mente Competitiva considera el resultado como producto de SU desempeño, nunca del desempeño de los demás.

Existe una explicación simple para esto: actuar en función del desempeño de los demás representa ser un seguidor. Hacerlo en términos de superar el estado propio significa ser líder. Y la Mente Competitiva busca específicamente esto: liderazgo. El líder crece a medida que mejora su estado, en cambio el seguidor “posiblemente” desarrolle sus condiciones a partir de compararse con los demás. Hay diferencia.

Los grandes exponentes de cualquier actividad física o intelectual compiten contra sí mismos, así cambian de estado y crecen. Si por efecto de esto superan el desempeño de los demás, coronan sus esfuerzos. Y si no lo hacen, continúan con el proceso.

Esto genera otra diferencia básica, la que existe entre un ganador y un hombre competitivo.

¡El hombre “ganador” por antonomasia no existe!, puesto que nadie gana siempre. En cambio el hombre competitivo sostiene una condición permanente. Una que a la vez puede conducirlo con frecuencia a la victoria.

Otro factor que justifica la orientación de la Mente Competitiva hacia la superación propia, radica en que los obstáculos más importantes para crecer y prevalecer sobre los demás siempre están en “el interior” de cada quién. Allí se acumula “lastre”, se afinca el “ancla” y habita el genuino adversario. La victoria “externa” sólo se alcanza venciendo al “enemigo interior”.

La Mente Competitiva entiende muy bien lo siguiente:

1.- Que el hombre es un ser perfectible, nunca un producto terminado.-

El estado óptimo, dígase la condición idónea, no existe. El oficio que se hace, y la propia vida, es un proceso que únicamente “concluye cuando concluye”.

El objetivo no es llegar a ninguna parte, solo construir un estado mejor que el anterior, permanentemente. No hay “corona o laurel” para la Mente Competitiva. Al menos no una que dé por concluido el trabajo de superación. Solo existe el premio por la victoria interna, y la satisfacción íntima de sentir el crecimiento en cada célula.

El hombre con Mente Competitiva corre por la vida con una zanahoria atada a la frente. Nunca la alcanza, pero disfruta de un proceso que en sí mismo es genuina victoria. Esto es algo que pocos conocen: la realidad del proceso como victoria y no solo como evento.

¿Quiere esto decir que el hombre con Mente Competitiva es un ser eternamente insatisfecho o un perfeccionista frustrado?

¡Seguro que no!

La insatisfacción pocas veces alcanza a los hombres de acción, y la frustración es propia de aquellos que no compiten.

Pregúntese al hombre que participa en una carrera si de alguna manera se encuentra insatisfecho “mientras corre”. O si se siente frustrado en tanto coloca un pie delante de otro para proseguir la prueba. ¡De ninguna manera! Este hombre está compitiendo. Y mientras lo hace, ESO es lo único que importa.

Y considerarse un ser perfectible es muy diferente a ser “perfeccionista”. Existe una distancia enorme entre quien se sabe honestamente imperfecto y aquel que cree que todo debe hacerse a la perfección.

Perdedor será siempre quién se considere un “producto terminado”. En tanto el que se entiende perfectible crece con cada victoria que alcanza sobre su condición.

2.- Que la competencia es más grande que la victoria e infinitamente mayor que la derrota.-

La Mente Competitiva entiende que la competencia no le está privada a nadie, ¡todos pueden competir!

Esto genera una visión del mundo llena de posibilidades. Y pocas cosas producen más energía positiva. Si es un hecho que TODOS ganarán o perderán alguna vez, entonces no son importantes la victoria o la derrota, lo significativo radica en la posibilidad de competir.

La Mente Competitiva no divide el mundo en ganadores y perdedores. Porque eso es lo mismo que definir la vida como “aquello que sucede” entre el nacimiento y la muerte. La vida es por supuesto mucho más, igual que la competencia.

Podrá decir alguien que finalmente se compite para ganar, o que por lo menos éste es el resultado deseado. Y está bien, aunque sea por una razón un poco tonta: nadie compite para perder. Pero el hecho que se admita la competencia como precedente a cualquiera de los dos eventos, ratifica su trascendencia, y la coloca por encima de lo “accidental”. Porque en resumen, ganar o perder son eventualidades que suceden en la ruta, pero acontecen estrictamente a quien ha emprendido viaje.

El hombre con Mente Competitiva conoce la victoria antes de ganar, y de ésta manera nunca pierde.

Esto es lo que consigue el mero hecho de amar la competencia, y aquello que ignoran las mentes mediocres.

3.- Que la “mejor versión de uno mismo” NO tiene competencia.-

La Mente Competitiva sabe desde siempre que todo ser humano llega a éste mundo con dones y cualidades incomparables. ¡No existen dos modelos de hombres iguales! En esto no hay comparación y no puede haber, por supuesto, competencia.

Cada quién es un ganador desde que nace.

Reconocer éste maravilloso hecho constituye el gran drama de la vida. Porque son más los que abandonan esta tierra sin haberse percatado del valor con que arribaron, que aquellos que se van conformes con lo que fueron. Y por ende con lo que hicieron.

Y aquí debe efectuarse también una precisión importante: el valor radica en lo que se ES, dado que esto define el valor de lo que se hace.

La relación nunca es inversa, por mucho que las almas mediocres traten de justificarse por sus acciones. El hombre valioso hace cosas de valor, ¡punto! Y todos tienen un valor distinguido desde la cuna.

No existe Ser cuyas acciones concluyan justificando algo que no ES. Porque árbol malo no da fruto bueno, y de naranja alguna se extrae jugo de tomate. Dado este hecho fundamental, la Mente Ganadora persigue construir la “mejor versión de sí mismo”. De eso se trata todo.

Esto no es un desafío, es una obligación que presenta la vida. La lengua inglesa proporciona una afirmación armoniosa para expresarlo: “be the best you can be”.

Todos nacen siendo un buen modelo de seres humanos. Luego a cada quién le corresponde ser la “mejor versión de sí mismo”.

4.- La Mente Competitiva sostiene que el éxito debe estar asociado a la competencia. No a la victoria o la derrota.-

La obligación es competir. Y quién lo hace con ahínco, gusto y acudiendo a las virtudes de la “mejor versión que tenga”, es una persona que alcanzó el éxito.

En una cultura que mistifica la victoria, la Mente Competitiva afirma:

En una cultura que juzga impiadosamente la derrota, la Mente Competitiva afirma:

  • Si no existiera la derrota no tendría sentido la competencia
  • Sin la existencia del fracaso, la vida privaría del mayor maestro que existe
  • Si no existiera la derrota ¿en términos de qué se mediría la grandeza?
  • Sin la existencia del fracaso, el hombre nunca podría alcanzar la humildad
  • Y sin humildad el hombre perdería su futuro…

(Extracto del libro “El Pingüino Amarillo: el pensador estratégico y sus procesos mentales“)

Twitter: @NavaCondarco

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