Grupos de poder informal en la empresa. Feudos y otros.

Ninguna Organización es una estructura monolítica o completamente formal. Las relaciones entre los individuos, en cualquier interacción social (“organizada” o no), son primero de carácter informal y luego se ajustan a las disposiciones del orden establecido. De aquí emergen los grupos de poder informal en la empresa.

Este hecho, que responde a la propia naturaleza de los seres humanos, puede constituir una ventaja para las empresas o un perjuicio. Que sea de una u otra manera no depende de la existencia de los “grupos” en sí. Es algo relacionado esencialmente al Liderazgo.

El término está elegido premeditadamente. Porque es Liderazgo lo que se necesita para convertir la energía de los “grupos de poder informal” en una ventaja para la empresa.

La dirección convencional no está habilitada para el tratamiento provechoso de estas energías. Dado que “ontológicamente” se encuentra vinculada con la formalidad.

No es lo mismo liderazgo y dirección convencional, esto queda claro. El primero orienta y encauza las energías sin libreto establecido. En cambio la dirección se enfoca en garantizar que las cosas se hagan como está dispuesto en la “normativa oficial”.

Los “grupos informales” existen “per se” en cualquier Organización. En muchos casos se revisten de poder y en otros no. Estos grupos desarrollan poder cuando hay evidentes “vacíos” en la estructura. Cuando ello no sucede, son solo construcciones sociales correspondientes con la naturaleza humana.

Ahora bien, que determinados “grupos informales” se revistan de poder allá donde no esté presente, no es necesariamente malo para los intereses de la Empresa. Dado que los vacíos de poder son siempre situaciones más riesgosas.

Lo negativo radica en que los “grupos informales” propenden a ser caóticos y arbitrarios con el tiempo. Y ello conduce a la desintegración progresiva del “estado de organización” de la Empresa.

Cuando las empresas carecen de LÍDERES que gestionen sus intereses en los diferentes niveles de la estructura, los líderes (cítense con letras minúsculas), emergen desde las energías constituidas y forman grupos de poder informal en la empresa.

El Líder constituye parte del ordenamiento formal de la Empresa. El líder en cambio, surge sin planificación ni orden cuando existen vacíos de poder.

Los “grupos informales” siempre tienen líderes, nunca jefes. Puesto que éstos últimos responden de hecho a la formalidad.

Conociendo el valor que en esencia tiene el liderazgo, no estaría mal (en teoría), que hayan empresas que tengan tantos de ellos como “grupos informales” existan. El problema es que estos grupos se convierten rápidamente en facciones, “roscas” y “argollas” orientadas a intereses particulares.

La conclusión es por lo tanto obvia. Los “grupos de poder informal” no deben existir en la Empresa. Y la solución para ello es sencilla: El liderazgo debe sustituir a la dirección.

Dado que no existe el “liderazgo colectivo”, los Líderes deben ser personas específicas que ocupen las labores de gestión allá donde la Empresa entienda que se encuentran sus intereses más caros.

Se piensa en el Líder como una persona situada donde se ejerce mayor influencia sobre los destinos de la Organización. Pero éste es un error ingenuo. En función de su tamaño y complejidad, las organizaciones deben tener todos los Líderes que sean necesarios. El Liderazgo es una función, no una estructura. No es solo visión, es fundamentalmente una forma de encarar la acción en su dimensión cotidiana.

Los Líderes de niveles medios e inferiores deben evitar las disfunciones que provoca el surgimiento de “grupos informales”. Y los Líderes superiores deben incorporar la energía de los liderazgos menores a los objetivos mayores de la Organización.

Esta “pirámide” virtuosa de Liderazgo es indispensable. Y en ella deben concentrarse todos los esfuerzos de ordenamiento que realice la Empresa.

Si existe Liderazgo en los niveles medios e inferiores y no así en el Ápice Estratégico, se desarrollarán los “feudos”. Puesto que el Líder “menor” desarrollará poder autónomo en tanto entienda que la sinergia no se construye hacia arriba.

Un “feudo” es un “grupo informal con poder” sujeto a Liderazgo específico. Un “feudo” no es  necesariamente caótico o disfuncional. Pero resulta inútil para los intereses holísticos de la Organización.

El “feudo” desaparece cuando el Liderazgo que lo comanda es a la vez incorporado en un Liderazgo superior de igual virtud.

Los “cortesanos”, o esos grupos de poder que actúan cerca de la Alta Dirección, tienen también antídoto en el Liderazgo. O bien en el propio Líder que es objeto del acercamiento o en el grupo de líderes que generan la retroalimentación de abajo hacia arriba.

Los consejeros, asesores, consultores, adjuntos, asistentes y demás miembros de “staff” son importantes para la Empresa. Pero se convierten en una “corte” de la Alta Dirección cuando ésta es débil o la estructura general carece de fortaleza. Si por otra parte el Liderazgo es un rasgo de identidad de la Organización, los “cortesanos” perecen por inanición.

Las “roscas”, las “argollas” y otros grupos de poder informal no afectan los intereses de la Empresa cuando los vacíos de poder son gestionados con Liderazgo. Su existencia no solo es inevitable, también es necesaria. Dado que por allí circulan los flujos de energía constituida que son la esencia de cualquier reunión de seres humanos. Esta energía no debe contenerse o reprimirse irreflexivamente, porque luego se manifiesta de igual forma y con mayor negatividad.

Toda Organización de hombres está compuesta por dos tipos de energía:

  • La constituida, o aquella propia de la dinámica natural de los individuos asociados (desorden, displicencia, indisciplina, por ejemplo).
  • Y la energía constituyente, o la llamada a establecer orden, propósito, sentido y cauce a las energías constituidas. Del equilibrio apropiado proceden los mejores resultados de toda Organización.

En la dinámica del mundo y los mercados modernos, las empresas que desean estar en vanguardia no reprimen las energías constituidas. Las aprovechan en todo lo que les sea posible. Porque constituyen vetas inmensas de inventiva, creatividad, innovación y resiliencia.

En las empresas proactivas los directivos, gerentes  y jefes reconocen que el poder emana de las energías constituidas. De “abajo hacia arriba”, de la base a la cúspide, del cliente al Ápice Estratégico.

En la lid competitiva de las organizaciones modernas quien dirige reconoce primero que el poder no es él.

¡De esto se trata el LIDERAZGO!

No es solo el afán de encontrar un nuevo modelo de hombre. Es reconocer y actuar sobre una fenomenología social que explicará la naturaleza de la vida organizada del hombre por los próximos decenios.

Y para los impacientes que aún no ven la solución a jefes anacrónicos y “grupos de poder informal en la empresa”, queda a corto plazo la ayuda incomparable del mercado. Pues éste es quién termina emitiendo el veredicto.

El mercado enseña y castiga. Es maestro severo y poco paciente. Y aquellas empresas que se demoren en reconocer la necesidad de establecer liderazgos en lugar de formatos anacrónicos de dirección, no vencerán positivamente las  asignaturas.

Twitter: @NavaCondarco

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