Aquí yace alguien a quién “jamás le faltó un empleo”

Triste es el caso de las sociedades que hacen del empleo un parámetro con el que evalúan la prosperidad y bienestar de la gente. Porque en ciclos de contracción económica (habituales y normales), provocan frustración y desasosiego. Y se echan encima, además, a las propias criaturas que han formado. Aquellas que juzgan las cosas por la lógica de que “jamás le faltó un empleo“.

Cuando las sociedades cambien la tradicional pregunta de “¿dónde trabajas?” por la más acertada de “¿a qué te dedicas? ”, cuando a las personas no se les ocurra decir “estoy en paro” porque eventualmente no estén empleadas, y cuando finalmente comprendan que lo único seguro de un empleo es que un día terminará, se vislumbrará una sociedad sustentada en el valor de su gente y la capacidad de producción que éste engendra.

En todo esto no corresponde esperar que sea el Sistema el que cambie. Es la persona la que debe transformar su concepción de las cosas. Nada la priva de ello. Finalmente es también una muestra de comodidad transitar por la vida con una mochila de “cuentas por cobrar”.

La historia demuestra la magnífica capacidad que tiene el hombre de modelar su destino aún en las condiciones más desfavorables.

Si existieron personas que sobrevivieron íntegros a campos de concentración, a guerras destructivas, hambre y enfermedad, poco de sensato tiene que alguno condicione negativamente la calidad de su vida por un empleo.

¡El hombre no es lo que le pasa! Y el tributo final que cada quién tendrá cuando deje este mundo no podrá resumirse nunca en un “aquí yace alguien a quien jamás le faltó un empleo”.

Si se forma parte de la especie que conquistó los fenómenos naturales, dominó la tierra y los mares, explora el espacio y discierne los misterios que lo acechan, entonces se es capaz de extraer de la vida las cosas que valen la pena sin someterse a los caprichos del destino. Por las venas de los grandes hombres circuló la misma sangre de todos, ellos estuvieron sujetos a iguales o peores condiciones que las que atraviesa cualquiera.

Una sola cosa los distingue: LA ACTITUD. Éste es el activo más precioso. El que diferencia unos hombres de otros. Su ausencia es la que determina que alguien se clasifique “en paro” y su presencia la que permite que otro construya un imperio con los limones que le arroja la vida.

Twitter: @NavaCondarco

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