La carcajada de Jeff Bezos

La carcajada de Jeff Bezos

Dicen quienes lo conocen y trabajan con él, que la carcajada de Jeff Bezos es algo a tomar en cuenta. Primero porque es particular en sí misma y segundo porque refleja aspectos específicos de su personalidad y estilo para hacer negocios.

Jeff Bezos ha cambiado el mundo. Lo ha hecho desenvolviéndose como el personaje central de una de los episodios empresariales más extraordinarios que se ha conocido.

Amazon, una empresa sin precedentes.-

El surgimiento y posicionamiento de Amazon tiene pocas referencias similares en la historia. Por magnitud, posiblemente sea comparable a John D. Rockefeller y su Stándard Oil. Pero Amazon es mucho más que tamaño, sostiene negocios muy diversificados. Y sus procesos innovadores están definiendo dinámicas de vida de las personas en todo el mundo.

Además de esto, hay que tomar en cuenta lo que dice Brad Stone en su libro “La tienda de los sueños”. La historia de Amazon está marcada nítidamente por su fundador: Jeff Bezos. El trabajo colectivo y la participación de otras personas tienen presencia marginal, y casi siempre ajustada a sus designios y dirección.

Bezos es relativamente joven todavía (nació en 1964), y mantiene firmes las riendas de su compañía, por lo que puede suponerse que la historia de Amazon solo ha comenzado.

Libros como el de Brad Stone y el de Scott Galloway: “The Four: The Hidden DNA of Amazon, Apple, Facebook, and Google”, describen el portentoso significado que hoy tiene Amazon en la vida de las personas. La historia y dinámica de esta compañía debieran ser conocidas por todos. No solo porque hoy definen pautas de vida, también porqué están diseñando el futuro.

Y detrás de ésa historia está Jeff Bezos, con una carcajada muy particular.

Dice Stone que ésa risa, amplia y sonora, es un sello distintivo de Bezos, uno que confunde a sus interlocutores porque se sitúa en la sutil frontera que divide la aprobación del reproche. Nunca se sabe con exactitud si la carcajada es buena o mala noticia para los que están alrededor.

Los “villanos”.-

Al igual que Steve Jobs y Bill Gates, parece que Bezos no es el jefe tolerante y magnánimo que muchas personas quisieran. Sus políticas de gestión son duras, exigentes, implacables.

Quienes trabajan en Amazon deben dedicarle casi toda su energía, atención y tiempo al trabajo, especialmente en los puestos de dirección. Es posible que algunas cosas hayan cambiado recientemente, pero hasta hace poco, trabajar en Amazon otorgaba escaso margen para la vida personal y familiar.

Bezos no ocultó nunca su inclinación por éste tipo de cultura laboral, y ello no quita nada en la historia. En dirección y liderazgo existen muchos estilos, y la eficacia de cada uno solo puede medirse en término de los frutos que finalmente da. Y en el caso de Amazon, estos frutos han superado cualquier expectativa.

Los “cuentos de hadas” no corresponden con la vida real, mucho menos en el desenvolvimiento de las empresas.

Las cosas no se pueden idealizar. Son conocidos los ataques de rabia de Steve Jobs cuando algo le disgustaba de sus colaboradores, igualmente las admoniciones de Bill Gates. Pues bien, Jeff Bezos tiene esta carcajada….

Por otra parte, si las cosas no pueden idealizarse en estas historias empresariales, tampoco deben satanizarse. Mientras las personas y las organizaciones se ajusten a norma y moral básicamente responsable con los intereses y derechos de los demás, los estilos de liderazgo no son reprensibles.

Muchas personas y sectores de la Sociedad ventilan sus frustraciones e insatisfacciones con líderes empresariales que tienen mucho éxito. Es conocido el asedio mediático y legal que se armó contra Rockefeller y su empresa a principios del siglo XX. Por otra parte, la vida de Howard Hughes se convirtió casi en una historia de feria. Y nada de esto es ajeno hoy a los grandes magnates.

Se cuestionan las políticas de Steve Jobs respecto a donaciones y apoyo a causas importantes (aparentemente nunca hizo mucho a este respecto). Lo mismo se le reclama a Bezos. Bill Gates enfrentó momentos complejos por acusaciones anti-monopolio contra Microsoft. Y hay especulaciones sobre su interés de erradicar enfermedades como la malaria con el único afán de “maximizar sus intereses” en empresas farmacéuticas.

Se critica el humor de Jobs, las “locuras” de Elon Musk o la carcajada de Jeff Bezos.

Forjadores de la historia humana.-

Hay un par de cosas fundamentales que sin embargo se pasan por alto a este respecto. En primer lugar el hecho que estos individuos son como cualquier otra persona, y en ése sentido tienen las virtudes y defectos de todos los demás. En segundo lugar, son individuos que se han ganado el espacio (no digamos “el derecho” para no herir ninguna susceptibilidad), para actuar como lo hacen.

Nadie tuvo la obligación de aguantar el humor de Steve Jobs, y a nadie tiene porqué gustarle la carcajada de Jeff Bezos. Y si esto excede ciertos umbrales de tolerancia, cualquier colaborador puede, simplemente, alejarse o renunciar.

Ahora bien, se sabe que mucha gente cercana al trabajo de estos gigantes empresariales, terminó acaudalado y sin la necesidad de trabajar el resto de su vida. Luego, habrán calculado bien los costos de ello y estarán satisfechos en ése sentido.

La dinámica emprendedora y el liderazgo que la acompaña, despiertan siempre pasiones en el colectivo. La opinión, cual péndulo, pasa de la admiración poco reflexiva a la crítica impiadosa, la especulación y la execración. Aunque ello no sea evidente al espíritu mundano, la vida del “hombre en la arena” no es nunca fácil.

Ningún extremo es, por supuesto, razonable. Pero se hace justicia cuando la evaluación de estos grandes personajes pasa por el sincero reconocimiento de los aportes trascendentales que han hecho a la especie humana.

Dirán algunos que un mundo mejor existiría sin los teléfonos celulares, o los cientos de tiendas de Apple donde se gastan fortunas en cosas “esencialmente inútiles”.

Otros argumentarán que detrás de la carcajada de Jeff Bezos existen las historias de miles de negocios quebrados y personas sin empleo.

Y en su momento, también afirmaron muchos que la historia del mundo hubiera sido mejor sin Rockefeller y la industria de los hidrocarburos.

Pero todo eso es solo retórica barata. O a lo sumo combustible para avivar cómodas charlas de café (en las que se revisa periódicamente el celular o se lee un libro comprado en el gigante de Seattle).

La verdad es que personas como estas son puntales en el indispensable desarrollo de la humanidad, en la necesaria caminata que debe hacerse hacia el futuro. El progreso tiene costos, y muchas veces elevados, pero eso no lo desacredita “per se”. Si la especie humana no discurre hacia adelante, le pasará lo mismo que a las aguas de un estanque que terminan por podrirse.

La historia del mundo la construyen todos, indefectiblemente y de una u otra forma, pero hay que reconocer que está definida por muy pocos. Un puñado minúsculo de individuos (entre los billones que han pasado por este planeta), escribieron las características de la historia. Sus nombres son hoy reconocibles en medio de un anonimato casi universal.

El trabajo y la obra de estos hombres y mujeres siempre tendrán más peso que sus defectos personales o los peligros potenciales asociados a su tamaño y ambición.

Scott Galloway en su libro sobre “los 4 grandes” (Amazon, Apple, Google y Facebook), anticipa un futuro complejo para el mundo en tanto pocos individuos y sus empresas dirijan todos los cambios importantes.

Lo mismo se dijo de Carnegie y Rockefeller en su momento, pero las cosas finalmente se ajustaron de manera natural. Las fortunas de estos últimos, calculadas al valor actual del dinero, superan aún por mucho el patrimonio de Jeff Bezos, Bill Gates o Elon Musk.

Galloway dice en su libro que Jeff Bezos es una de las personas que sostiene la idea de que exista  una buena renta universal para todos los trabajadores norteamericanos. Pero sostiene esto, dice Galloway, porque entre otras cosas Amazon está caminando a paso firme hacia labores industriales robotizadas donde apenas existan seres humanos. Por lo tanto, concluye el autor del libro, en poco le atinge o afecta el trato que finalmente se disponga para la mano de obra.

Esta afirmación se parece mucho a las teorías de conspiración que involucran a personas como Rockefeller y Gates entre los “illuminati” o los “jinetes del Apocalipsis”. Son, en el mejor de los casos, “pintorescas”, y seguramente se ganarán (y con todo derecho) una sonora carcajada de Jeff Bezos.

Twitter: @NavaCondarco

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