La frustración debe ser una aliada y compañera de viaje

La frustración es una de las causas más importantes de fracaso en emprendimientos, trabajo, negocios y vida personal. Se habla mucho de perseverancia, paciencia, optimismo, confianza, pero poco se repara en éste sutil adversario que se presenta en el camino de las personas que deciden, precisamente, HACER ALGO de la mejor manera posible.

Porque lo curioso, y lo que mayor pesar causa, es que la frustración no acomete en la inactividad, más bien cuando existe deseo, empeño y dedicación en algo.

Por ello no forma parte de las energías negativas que paralizan, impiden la acción o socavan la confianza. La frustración es un compañero de marcha. Presencia cercana en el trayecto que se emprende, “centinela oscuro” de las energías positivas.

La frustración se manifiesta cuando las cosas no funcionan cómo y cuándo se quiere. Estos son sus factores calificativos: el cómo y el cuándo.

Al empeñarse dedicación y no tener los resultados deseados, se presenta la frustración. Igualmente al no hacerlo en el tiempo previsto. El común denominador es siempre la acción.

Se habla de “personas frustradas”, pero esto no aplica en lo que significa la frustración. En todo caso hace referencia a quienes ya no están haciendo algo de importancia o no desean hacerlo más. Al margen de estos casos, la frustración es siempre compañera de la acción.

Esto es lo “frustrante de la frustración”: llega cuando están más encendidas las energías propositivas.

Solo existe una manera efectiva de enfrentar la frustración: convertirla en aliada y compañera de viaje.

Dado que no puede evitarse que acompañe las tareas, se debe conseguir que lo haga positivamente. Así se trata a los adversarios que tienen poder y no pueden ser enfrentados en condiciones equilibradas.

¿Cómo se convierte la frustración en un aliado?:

Cuando los “mensajes” que emite son tomados en cuenta.

Estos mensajes son concretos: situaciones que no salen como se esperaba y expectativas de tiempo que no se cumplen. En ambos casos existen razones que deben atenderse.

¿Por qué las cosas no salen COMO se quiere?

1.- No se están haciendo de forma apropiada.

2.- Las expectativas no corresponden con los medios y recursos disponibles.

Siempre es posible que las cosas NO se estén haciendo de la mejor manera. Esto no solo es normal, es ante todo natural, y es importante precisar la diferencia.

Lo “normal” es casi un referente matemático, una alusión a hechos que se repiten con tanta frecuencia que establecen una “norma”, un “patrón”. Las cosas “normales” son eventos que se producen repetidamente.

No quiere decir que lo normal sea lo correcto, es solo una estadística que debe tomarse en cuenta por su poder factual.

Lo “natural”, en cambio, es algo que está gobernado por disposiciones mayores. Relaciones causales, ordenamientos físicos, determinaciones del Ser de las cosas y de las situaciones. La Ley de la Gravedad es un hecho natural, la salida del sol también.

El “no hacer siempre las cosas de forma apropiada” es algo natural, y por lo mismo no puede estar sujeto a juicio negativo.

Es decir, el juicio puede existir, porque finalmente a nadie tiene que agradar que las cosas no se hagan como se debe o desea, pero si este juicio se vuelve “trascendente” conduce a parálisis o reversión de los actos.

La frustración se convierte en aliado cuando provoca que se corrija el rumbo que llevan las cosas. Y es un enemigo como pocos cuando consigue que ellas se paralicen.

Por otra parte, La frustración se convierte en compañero de viaje cuando sus “mensajes” son interpretados como señales que deben atenderse.

En éste sentido ayuda a mitigar los desvaríos del ego. Ése que calcula que no se equivoca nunca, o tiene “respuestas correctas” para todo.

Por otra parte, es posible que todo se esté haciendo esencialmente bien y las cosas no salgan como se espera. En este caso el error puede estar dado por las expectativas: objetivos mal dimensionados, propósitos incoherentes con la capacidad disponible.

El hombre propositivo, propende a ser una persona muy optimista, confiada, amante de retos y desafíos. Todas estas son cualidades de la acción, y llevan en sí mismas la posibilidad del error respecto a sus alcances. Si todo se está haciendo esencialmente bien, pero no se alcanzan los resultados, es bueno evaluar los objetivos y corregirlos.

¿Por qué las cosas no salen CUANDO se quiere?

Para llegar a lo sustantivo aquí, hay que dejar de lado el vínculo con lo anterior. Porque evidentemente, si las cosas no se están haciendo apropiadamente o los objetivos no tienen la calidad necesaria, también se estará extendiendo el tiempo. Sin embargo el asunto del CUANDO tiene una dimensión mayor:

Las personas NO son dueñas del tiempo.

Es así de sencillo.

Se puede ser dueño (o intentar serlo), de actos, talentos, planes y objetivos, pero el tiempo es ajeno. No reconoce patrones, sigue su propio e inexorable ritmo sin interferencia de nadie.

Quién diga que “maneja su tiempo” a lo sumo posee la habilidad de maniobrar velas de acuerdo al viento. Pero no tiene capacidad de disponer el comportamiento de éste. Con respecto al cumplimiento de cronogramas y eventos asociados al tiempo, el hombre es sólo aprendiz de brujo que se esmera en predecir y pronosticar.

Puede determinar que un partido de fútbol dure 90 minutos, pero no podrá establecer qué momento se producirá un evento. Mientras más estudie el juego, mejor lo entenderá y más preciso será en sus predicciones. Acertará muchas veces y otras tantas se equivocará, y eso es todo. Que luego se frustre por la inexactitud de sus proyecciones es absurdo.

El tema del tiempo tiene sentido filosófico profundo, por eso, a diferencia del caso en que los errores pueden corregirse, la frustración no aplica cuando se trata del tiempo.

Nadie debe frustrarse por aspectos vinculados al CUANDO de las expectativas.

Quién se echa a la mar y gobierna una nave subordinada a los vientos, puede hacer todo, menos producirlos. Quién siembra el campo, no puede frustrarse conscientemente cuando no llega la lluvia.

En lo referente al COMO, la frustración puede ser gran aliado, en lo referente al CUANDO es compañera de viaje.

Con respecto al COMO, la frustración extrae del hombre de acción talentos, habilidades, persistencia. No todos tienen esto en medidas virtuosas, por eso a muchos vence. Pero aun los vencidos tienen mérito: haber emprendido marcha, decidido actuar.

Con respecto al CUANDO, la frustración exige del hombre carácter, dominio propio, fe, paciencia, tolerancia para consigo mismo y los demás. Y por sobre todo le exige humildad. Porque no existe hombre de acción que llegue a ser grande si no es humilde desde su núcleo.

La frustración, para quienes vencen la prueba, es maestra de humildad, y ayuda a entender el grandioso tamaño de las cosas que no se controlan. El poder de las eventualidades.

El hombre humilde no escapa a la frustración, únicamente la sienta a su lado como compañera ineludible del viaje que ha decidido hacer. La mira de frente, le sostiene la mirada y se da cuenta que ella misma tiene tamaño pequeño en la magnificencia de la vida y el Universo que la sostiene.

Luego levanta los ojos al cielo y da gracias, porque finalmente puede ser y estar a pesar que las cosas no le sean propicias en coyuntura.

Porque la frustración, en última instancia, debe entenderse como doble bendición: visita a quienes están haciendo algo y están vivos. Y ambas son cosas para celebrar.

Twitter: @NavaCondarco

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