Lecciones de un padre de familia que cambió la historia

Estas son algunas lecciones de un padre de familia que se propuso alterar la historia del mundo. Son reflexiones que sintonizan con las expectativas de todo padre y hombre de familia, no tienen tiempo ni edad, son experiencias que ayudan a todos los que aspiran mejores días para los suyos.

El caso que se trata aquí no es común. Es cierto que muchos padres dejaron huella en hijos que luego transformaron el mundo (Hitler y Gandhi son buenos ejemplos en ambos extremos del espectro), pero no lo hicieron intencionalmente. Es decir, no planificaron específicamente ése destino para sus hijos y familia.

Joseph P. Kennedy si lo hizo. Se propuso formar una familia que dedicara todos sus esfuerzos al servicio público en su país. Crió a sus 9 hijos con este criterio y cambió la historia del mundo. La familia que formó es, desde hace 60 años y hasta hoy, protagonista del escenario político en los Estados Unidos.

El clan Kennedy tuvo a uno de sus miembros en la presidencia en 1961: John Fitzgerald Kennedy (JFK), otro estuvo muy cerca antes de ser asesinado, Robert Francis Kennedy (RFK). Edward Kennedy (Ted) fue senador por el estado de Massachusetts 47 años. Y muchos nietos y bisnietos mantienen activo el apellido familiar en la vida política americana.

Es cierto que JFK es el máximo exponente. Fue el 35vo presidente de los Estados Unidos y tuvo el final trágico que todos conocen. Pero sus hermanos y hermanas, hijos y sobrinos, también marcaron la historia norteamericana.

Ahora bien, la familia Kennedy llegó a este sitial por un sencillo motivo: la visión y el trabajo del patriarca: Joseph P. Kennedy. A él se le debe todo.

Joseph P. Kennedy fue nieto de un inmigrante irlandés que llegó a Norteamérica como otros millones de europeos a fines del siglo XIX.  Fue la segunda generación de la familia nacida en suelo americano. Su padre (Patrick J. Kennedy) hizo una decente carrera política en Boston y construyó una pequeña fortuna financiera.

A diferencia del padre, Joseph P. Kennedy, no fue un político de tiempo completo (aunque cambiaría la historia política de su país), fue un brillante hombre de negocios y gran emprendedor.

Sus huellas en el mundo empresarial han quedado marcadas en la industria cinematográfica norteamericana (pionero de Hollywood), la Bolsa de Valores, la industria del licor al final de la prohibición, el negocio de bienes raíces y de tiendas por departamentos (fue dueño del Merchandise Mart de Chicago, la estructura comercial cubierta más grande del mundo en su momento).

Joseph P. Kennedy llegó a ser uno de los hombres más ricos de los Estados Unidos y el mundo. Amasó una extensa fortuna. Y a pesar de rumores y teorías conspirativas en la historia de la familia, nunca se pudo comprobar que tuviese mancha alguna de ilegalidad. La fortuna fue producto de trabajo y de su notable habilidad para los negocios.

La historia de su vida como Emprendedor y hombre de negocios es fascinante, pero lo que destaca es la visión que tuvo respecto al destino de su familia.

Desde joven se propuso amasar una fortuna que pudiera sostener dos objetivos familiares:

  • Seguridad y tranquilidad financiera total para él, su esposa, sus hijos y nietos.
  • El trabajo de toda la familia en el servicio público en su país.

Joseph P. Kennedy tuvo 9 hijos, y a cada uno de ellos (y a los hijos de ellos), les aseguró su destino financiero. Se ocupó de hacerlo de tal manera que no tuvieran esta preocupación nunca en su vida. Por otra parte, se encargó de educarlos y formarlos para que no desconociera su destino. Y ninguno lo hizo.

Ciertamente la tragedia signó el destino de la familia Kennedy, pero esto no tiene relación con las lecciones del padre de familia que cambió la historia del mundo. Como padre y abuelo fue un hombre realizado hasta el final de su vida, y dejó un legado sobre el que muchas familias deberían reflexionar.

Estas son algunas de las lecciones del padre de familia que crió un presidente de los Estados Unidos y formó el clan que alteró la historia del mundo:

1.- Quien desea una familia que gravite alrededor de sí misma, debe establecer PROPÓSITOS que vayan más allá de los vínculos filiales.

Los padres no son dueños del destino de sus hijos, apenas son responsables de formarlos y proporcionarles medios que les permitan ser funcionales en la vida.

Si se quiere establecer un sentido familiar que trascienda el tiempo y gire alrededor de los vínculos filiales, debe construirse un sentido de propósito colectivo más importante que las metas individuales.

Joseph P. Kennedy estableció el propósito de “servicio público”. La necesidad de devolver al país las bendiciones recibidas. Aportar al bien común sin preocuparse por el bienestar personal. Éste fue el ideal que construyó para su familia.

Sabía que para esto tenía que resolver las necesidades financieras de cada miembro de su familia por dos generaciones, y lo hizo. De otra manera el propósito no hubiera tenido sustento, puesto que el servicio público no retribuiría, financieramente, de acuerdo a las expectativas.

Propósitos por un lado y medios por el otro.

Así se construye una estructura familiar que tenga sentido en sí misma a lo largo del tiempo. Si no se hace, cada miembro de la familia labra su propio y particular destino. Y no es que en esto exista error, todo lo contrario, pero si se abrazan objetivos “como familia”,  el asunto debe quedar claro.

Los propósitos familiares pueden ser muchos: negocios, empresas, proyectos, carreras profesionales, etc. Y si se los planifica desde el núcleo familiar, corresponde que los padres establezcan el sentido del propósito y los medios para alcanzarlo.

2.- Los intereses financieros de la familia se trabajan con el criterio de inversiones por un lado, y rendimiento de ellas por otro.

Cuando existe una visión familiar como la que se está tratando, los asuntos financieros no se manejan con lógica convencional. Se deben priorizar inversiones que garanticen la seguridad de corto plazo de la familia y luego el futuro mediato.

Joseph P. Kennedy privilegió inversiones de poco riesgo para la construcción del patrimonio familiar, especialmente en bienes raíces y títulos financieros de bajo rendimiento. Separó temprano la gestión del capital y los gastos corrientes de la familia.

Su objetivo en este sentido era simple: construir un fondo financiero para cada miembro de la familia, que pudiera, en su momento, otorgar un rendimiento para cubrir los gastos sin comprometer el capital. Estableció fideicomisos para cada hijo y nieto de la familia. Y definió su acceso al capital a diferentes edades (cerca a los 30 años de edad para los varones y algo más de 30 para las mujeres).

La construcción de estos fondos no se hubiera podido hacer solo con ingresos laborales, por ello Kennedy se dedicó a los negocios. Acuño la frase: “soy mi propio amo en mi propio negocio”.

3.- El sentido del ahorro familiar es fundamental para estos propósitos.

En tanto se consolidan los fondos de inversión, el gasto corriente de la familia debe discurrir por senda independiente.

Kennedy gestionó estos gastos de diferentes maneras en distintas etapas de su vida:

  1. Disponiendo el sueldo de un empleo para cubrir los gastos en tanto gestionaba, independientemente, el crecimiento de los fondos de inversión.
  2. Priorizando un sueldo en su propio negocio.
  3. Activando servicios de asesoría, consultoría o representación de terceros para generar ingresos adicionales.
  4. Destinando alguno de sus negocios al flujo de caja familiar. Para ello mantenía siempre algún negocio de alta liquidez. Durante muchos años, su empresa Somerset Importers, encargada de importar de Gran Bretaña el whisky Haig & Haig, cumplió este rol.

Ahora bien, entre sus lecciones de padre de familia, destaca el criterio de no llevar el esfuerzo de ahorro a un punto que afecte la calidad de vida familiar, porque de esa forma se generan reacciones negativas hacia los propósitos.

En la calidad de vida de la familia funciona mejor el criterio de alquilar una vivienda que activar una deuda patrimonial, porque generalmente el mismo monto en una cuota de alquiler proporciona mejores condiciones en la vivienda que la casa propia en deuda.

Kennedy tenía variadas inversiones inmobiliarias, pero todas con el criterio de activos que consolidaban los fondos de inversión y proporcionaban rendimientos. La casa propia nunca la encaró como una inversión, y mucho menos como deuda.

El hecho de privilegiar alquileres (por constituir un gasto corriente y salvaguardar el capital), lo hizo extensivo a oficinas, destinos de viajes y lugares recreacionales. Kennedy alquilaba instalaciones hoteleras que le servían de oficinas para sus operaciones de negocios. Igualmente residencias familiares para viajes de vacaciones o estadías fuera de su hogar. El alquiler se justificaba como gasto corriente y proporcionaba calidad de vida, en tanto el ahorro consolidaba los fondos de inversión.

4.- Las deudas para la construcción del fondo de inversión familiar.

Cada vez que le fue posible, Kennedy recurrió a deudas institucionales para comprar negocios o participaciones en ellos. No utilizó la deuda para la construcción del patrimonio familiar, siempre en activos o para aprovechar el valor del dinero en el tiempo.

Entre las lecciones de un padre de familia como Joseph P. Kennedy, ésta es una de las más importantes. Muchas familias toman, precisamente, el camino contrario: se endeudan por periodos largos de tiempo para desarrollar el patrimonio familiar (la “casa propia”, especialmente).

Estas “deudas domésticas” condicionan los ingresos familiares corrientes y sus fuentes. Por efecto de ellas, las personas dependen completamente del empleo, el oficio o el negocio que pueda cubrir el “ineludible” pago de las obligaciones. Hipotecan su libertad al mismo tiempo que activan la hipoteca de la casa.

No se diga cuando este mismo procedimiento se aplica para comprar movilidades, muebles, tiempo recreacional o gastos corrientes. Las deudas de este tipo impiden la construcción de cualquier proyecto familiar básicamente distinguido.

5.- La importancia de la comunicación y la construcción de una red amplia y funcional de relaciones sociales.

Kennedy no solo contribuyó con soporte financiero en las carreras políticas de sus hijos, también puso a su disposición una extensa red de relaciones personales, profesionales, empresariales y políticas que construyó a lo largo de su vida.

Se dice que en la familia Kennedy el “mantra” de evaluación de las relaciones sociales era: “no importa lo que tu pienses, importa lo que los demás piensen de ti”. Visto desde el ángulo de aspiraciones políticas, la afirmación merece crédito.

JFK, especialmente, y su hermano Robert aplicaron esta lógica de construir y mantener redes sociales. Y cuando sus vidas terminaron trágicamente, dejaron tras de sí algo más que vínculos políticos o institucionales. Uno más de los legados en estas lecciones de un padre de familia.

Mantener una red de relaciones sociales es tanto o más complicado que formarla. Joseph P. Kennedy era conocido por su prolífica producción epistolar. Escribía con frecuencia a sus familiares y amigos, en una época en que esto involucraba mucho esfuerzo y paciencia.

También hizo uso profuso e inteligente de otros medios de comunicación (no hay que olvidar que buena parte de su trabajo tuvo lugar entre 1910 y 1950). Su habilidad con el teléfono fue reconocida. Lo utilizaba con maestría para hacer negocios y trabajo político desde el borde de una piscina en cualquier lugar del mundo.

Contribuyó sustancialmente al desarrollo de la industria cinematográfica que hoy conocemos, y tuvo dominio sobre las incipientes técnicas de la comunicación radial y televisiva. Su experticia en esto ayudó a que su hijo JFK se distinguiera de su oponente político en el primer debate presidencial televisado en la historia de Estados Unidos.

Por último (pero no por menos), la comunicación con su familia, su esposa, cada uno de sus hijos y nietos, fue exquisita. Las cartas que intercambiaba con ellos son públicas hoy y puede verificarse el interés y cariño que transmitían. Asimismo, merecían igual retribución de cada miembro de la familia.

Conclusión.

La vida de Joseph P. Kennedy no es común a otros protagonistas grandes de la historia. Él se sitúa detrás de los titulares y los eventos protagónicos de su familia. No tuvo ningún cargo político comparable al que ocuparon sus hijos o nietos, tampoco la cartelera o fama que acompañan al clan hasta hoy día. Sin embargo fue el responsable de que todo eso se hubiera hecho posible.

Fue un hombre que alcanzó una satisfacción mayor a todas las que merecen titulares: una vida familiar que muchos envidiarían. Dejó lecciones de un padre de familia que comprobó la posibilidad que los vínculos familiares trasciendan el tiempo, las generaciones e ingresen en la historia.

(Reflexiones extraídas de la lectura del libro: “The Patriarch: The Remarkable Life and Turbulent Times of Joseph P. Kennedy” de David Nasaw)

Twitter: @NavaCondarco

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