Temor al error y el fracaso, 3 reflexiones para vencerlo

El temor al error y el fracaso es la causa fundamental de parálisis para todas las actividades humanas que pueden considerarse importantes. El temor no reconoce genio, capacidad, experiencia o conocimiento. ¡Quién vence el temor es el único que alcanza sus metas!

Curiosamente, el drama que representa el temor obedece al poco entendimiento de algunas cosas simples:

(Conceptos extraídos del libro “Emprender es una forma de Vida. Desarrollo de la Conciencia Emprendedora”).

1.- El temor al error y el fracaso, a diferencia del miedo o el terror, no tiene fundamentos racionales y puede ser controlado.

El temor anticipa y condiciona el futuro.

En esto radica su poder, y allí mismo se encuentra su debilidad más importante. Puesto que en los hechos el futuro NO EXISTE.

Las personas sienten temor fundamentalmente por lo que les puede pasar. En teoría activan conscientemente el temor en el afán de preparar soluciones a posibles acontecimientos. Pero en la práctica solo debilitan sus mecanismos de defensa.

Los temores, en buena parte de los casos, se convierten en profecías que se cumplen a sí mismas. Y esto no sucede por fatalidad. Se produce por una causalidad lógica: el temor debilita la racionalidad y capacidad de las personas para ponderar hechos y ser coherentes en la evaluación del conflicto y sus soluciones.

Un temor al error y el fracaso se diferencia de una “posibilidad” porque esta última responde a una evaluación lógica, en tanto que el primero es una condición emocional. La “posibilidad” de que suceda algo puede incluirse en el análisis para tomar decisiones, pero cuando activa un temor, ha dejado de ser una “posibilidad” para constituir una entidad con dinámica propia. Si el temor se activa, la “posibilidad” como tal desaparece.

Para evitar que los temores tomen control del estado emocional, la persona debe tener seguridad y confianza en sí misma. Y no es que esto evite la aparición de temores, pero permite controlarlos.

  • Los problemas importan, los temores no.
  • Todos los problemas tienen solución, pero los temores son carga muerta.
  • Cada problema trae consigo un mundo de oportunidades, el temor solo sufrimiento, frustración y derrota.
  • Los problemas son efecto de errores o productos del azar.
  • Los temores son siempre vástagos del equívoco.
  • Todo temor conduce a un error,  a una equivocación, a un  paso en falso.
  • Los problemas obligan a las personas a encontrarse con lo mejor que tienen: convicciones profundas, fe, reservas de energía y creatividad.
  • Los temores succionan todo lo positivo.
  • Los problemas colocan al hombre en un estado de tensión dinámica, la misma que un tigre tiene el momento de atacar a su presa.
  • Los temores en cambio, lo dejan en estado de laxitud.

La seguridad y confianza para controlar los temores tiene origen en el amor propio.

Si éste no existe, el hombre es criatura indefensa ante las eventualidades que le pueden acontecer.

En la vida es indispensable tener la capacidad de “sentir pena por uno mismo”. Esto es lo único que en última instancia puede despertar el amor propio y activar las defensas naturales que se tienen para transitar las pruebas.

El amor propio es fundamento del bienestar del hombre, pues evita que la criatura más poderosa del planeta se convierta en caricatura de sí mismo. Activa la racionalidad cuando es necesaria para superar un problema. El amor propio impide que el temor dictamine el ser y el hacer.

Por otra parte, el amor propio es condicionante para el amor por la vida. Permitiendo que el viaje tenga más luz que oscuridad, más beneplácitos que problemas, más éxitos que fracasos.

En verdad, nada sabe del amor quien no se ama a sí mismo. Y éste es probablemente, el único temor que es válido sostener.

2.- Comprender que el triunfo y la derrota son hermanos siameses que se entienden en su íntima coexistencia. Por ello el temor al error es un despropósito.

En la vida sólo gana aquel que ha perdido y sólo pierde aquél  que quiere ganar.

Esta es la dinámica básica. El triunfo y la derrota son hermanos siameses. Por tanto el “miedo a perder” puede igualmente ser entendido como el “miedo a ganar”. Dado que todo aquel que quiere alcanzar la victoria implícitamente reconoce la existencia y probabilidad de la derrota. Y si se pone en acción es básicamente porque su amor por la victoria es superior a su temor por la derrota.

Las familias y la sociedad deben formar hombres con deseos de competir y ganar si quieren desarrollarse y prosperar. No personas con temor al error o el fracaso.

Esencialmente es quien sabe ganar el que, a la vez, sabe perder.

Existen orientaciones valiosas que ayudan en el propósito de aprender a ganar y vencer el temor al error o el miedo a fracasar.

a) Visualizar fijamente la meta u objetivo.

La victoria siempre está adelante, no está atrás, tampoco a derecha o izquierda. El camino al triunfo es un túnel con una sola salida.

b) “Caminar” sin detenerse.

Avanzar hacia el frente, no parar.

  • Cuando más difícil sea la jornada, más lejana la meta y menores las fuerzas: siga caminando.
  • Si las probabilidades de alcanzar el triunfo se ven pequeñas: siga caminando.
  • Cuando se pierde la posibilidad de alcanzar el objetivo: siga caminando.
  • La derrota definitiva no alcanza a quienes siguen caminando.
  • Son ellos quienes caminando sin parar, algún momento alcanzan la victoria.

c) Cuando el camino se emprende con fe y virtuosismo, tanto la victoria como la derrota constituyen ganancia.

El hombre de bien debe entender que la derrota o la perdida se produce siempre “por un buen motivo”. Esta convicción anula el temor al error y el fracaso.

d) El triunfo no siempre es producto de aptitud.

No son precisamente los hombres mejor formados o con mayor experiencia quienes ganan la carrera por la vida o controlan el temor al error y el frcaso. Son los que tienen la actitud correcta quienes poseen mejores oportunidades. Los que sostienen fe, entereza e inquebrantable voluntad.

e) El dinero, la fama, el poder, el amor, se pueden perder en alguna circunstancia de la vida. Pero el hombre no puede nunca perderse a sí mismo.

f) Todo lo que se tiene en la vida es un REGALO y resulta bueno no aferrarse a nada más allá de lo razonable.

Ninguna vida puede medirse en términos del “derecho” por aquello que se tiene. Desde el momento que no asiste derecho alguno para el siguiente día de vida, todo lo demás forma parte de un presente que debe tomarse con humildad.

g) Todo aquello que se pierda en el afán de alcanzar la victoria constituye semilla que adelanta la próxima cosecha.

Las pérdidas deben asumirse como una ofrenda que premia las acciones y las ideas. El costo del amor por los sueños, la coherencia con la sana ambición y la solidaridad con el esfuerzo.

3.- Entender que la búsqueda del éxito involucra cometer errores. (Esto descalifica por anticipado el temor al error).

El temor al error es un poco el miedo a la vida misma.

Tomar decisiones es la única forma de no ser víctima de las circunstancias y trascender, con un mínimo de control, los minúsculos portales de espacio-tiempo que presenta la vida.

Actuar es un imperativo humano y tomar decisiones una consecuencia natural, por ello la posibilidad de cometer errores es un hecho. Nadie está exento de esto. Los errores califican la acción, a ello le deben su virtuosismo, ni más ni menos. Los errores son una bendición porque acompañan la dinámica sin la que no pudiera explicarse el desarrollo de la vida.

Donde exista una historia de desarrollo y de progreso existirá una historia de errores. Donde exista una grandiosa historia de desarrollo y progreso existirá un registro de errores grandiosos.

El análisis de la evolución humana concluye por ser una historia de cuantiosos errores y unos tantos aciertos. Evitar la comisión de errores tiene dos consecuencias grandes: por una parte la inacción que deja todo a merced de las circunstancias y por otra el riesgo de no conseguir un acierto. En la falta de acción existe estancamiento e involución y sin aciertos no existe progreso.

Entender la virtud de cometer errores no conduce a la aceptación de aquello que no está bien.

El producto final del proceso de cometer errores concluye siendo el acierto. El error es un medio, no un fin. La virtud del error es que precisamente crea el vehículo por medio del cual se llega al acierto. Este vehículo es el aprendizaje. Se aprende mucho más de un error que de cien aciertos.

No tenga temor al error o aprehensión al fracaso.

¡Cometa errores por favor! Esta es la medida de las acciones y el interés por aprender y acumular experiencia. Ésta es la forma de responsabilizarse por el futuro y no ser sólo un accidente del azar o las circunstancias.

¡Debe olvidarse el temor al error! ¡Dejar el prejuicio atrás!  En los errores se explica la búsqueda del éxito. Cometiéndolos se vive más porque se llega más lejos.

Y en el escritorio o la oficina, allá donde se pase más tiempo, colóquese sin ninguna discreción un cartel que diga: “…disculpe, en este lugar cometemos muchos errores, porque estamos obsesionados por alcanzar el éxito”.

Twitter: @NavaCondarco

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