Cuando la aptitud mengua, la actitud reina

La aptitud clasifica a las personas, la actitud las califica. La aptitud es un recurso y la actitud un activo. Mientras la primera es un factor facilitador, la segunda es una fuente de poder.

(Extracto del Libro: “Emprender es una forma de vida. Desarrollo de la Conciencia Emprendedora“)

No existe comparación equilibrada en la que una persona con grandes aptitudes supere a un hombre que tenga la actitud correcta. El conocimiento en general y la propia sabiduría constituyen sólo frutos de un árbol fuerte que echa raíz en la disposición y el carácter.

No genera el conocimiento la actitud apropiada, es ésta última la que genera el primero.

Se afirma con arrogancia que el conocimiento es poder y sin embargo existen personas que viven en la más completa invalidez aun siendo poseedoras de vastos conocimientos. La historia está llena de mentes geniales atormentadas, de sabios incomprendidos y vanos eruditos. Muchas veces la pobreza establece dominio con rigor entre los que más conocen y el éxito elude la rigidez de las “grandes mentes”.

La vida nunca ha establecido como premisa el “conocer o saber”. Su imperativo es simple: VIVIR BIEN. Y ello sólo se consigue con la actitud apropiada.

Es posible que incluso las mentes más brillantes carezcan de la capacidad de entender la riqueza integral que existe tras la demanda de vivir bien. Porque quién lo hace corona todo lo que se cotiza en la vida.

Vivir bien involucra buscar prosperidad, codiciar entendimiento, desear felicidad, anhelar paz. Estas cosas no las alcanza el saber por sí solo. La humanidad posee conocimientos que jamás hubiera imaginado antes, su acceso es una facilidad colectiva, y sin embargo se sufren también calamidades horrendas.

Así como la “ignorancia puede ser atrevida”, el “conocimiento es depredador”.

La tradición cultural privilegia desde el hogar y temprana infancia la “acumulación de conocimiento” para enfrentar la vida y prevalecer en ella. La educación escolar ortodoxa, afincada en métodos que se remontan a la antigua Prusia, sigue siendo la forma de “producir” el agente económico promedio. Las universidades son fábricas sofisticadas de “personas con educación superior” que nutren con frecuencia las filas del desempleo o de la frustración profesional.

Cuando algunas de las empresas más grandes de la tierra ya preguntan ¿qué sabes hacer? y no ¿qué estudiaste?, la Sociedad sigue apostando por el conocimiento tradicional.

Cuando el hombre que estudió muchos años medicina trabaja manejando un taxi y cuando el taxista es propietario de una flota de camiones, la cultura general sigue reclamando más de la misma educación de siempre.

Este “culto al conocimiento” celebra el título profesional del nuevo abogado e ignora si existe una básica “inteligencia financiera”. Festeja el afán de perseguir un post-grado, una maestría, un doctorado y desconoce si existe el mínimo fundamento de disposición a la vida y un poco de carácter.

Si en algo es importante el conocimiento es en SABER cómo funciona la vida y cómo se puede vivir bien.

Pero ¿dónde se aprende esto y quién lo enseña? O con mayor preocupación debiera preguntarse ¿quién lo fomenta?

En personas que se consideran exitosas o alcanzan el equilibrio que les permite vivir bien, pocas veces emerge como explicación el conocimiento y la educación. Allí resplandece el carácter, la personalidad, el coraje. Y tras de ellos un elemento simple pero fundamental: la actitud correcta hacia la vida.

La actitud es representación diáfana de inteligencia. El hombre inteligente cultiva una actitud apropiada hacia las cosas de la vida.

No es inteligente quién más sabe o mayor experiencia tiene. Inteligente es quién aprende a sostener ÉSA actitud coherente ante la vida.

No existe algo que pueda llamarse actitud positiva o actitud negativa. La actitud es siempre propositiva, estoica y confiada. La actitud nunca es pasiva porque su génesis conceptual hace referencia al “acto”,  a la “acción”. A propiciar la realización de las cosas y no concluir como nave a merced de los caprichos del viento y la corriente.

Por supuesto que la actitud no desprecia el conocimiento, más bien se vale de él. Pero sostiene sana ignorancia respecto al obstáculo, la imposibilidad, la dificultad o la perpetua debilidad del espíritu humano.

La actitud entiende muy bien algunas cosas elementales de la vida:

  • Que ésta es efímera.
  • Con nada se llega y con nada se parte de ella.
  • Existe el derecho básico de ser feliz y éste derecho OBLIGA.
  • Todo hombre es libre de vivir como quiera. Y cada quién tiene el derecho de defender ésa libertad cuando otro la afecta.
  • La vida no es fácil.
  • Nadie ofreció flores en esta vida y es ocioso cargar macetas.
  • La vida no regala nada a nadie.
  • Se pierde muchas más veces de las que se gana.

  • Se aprende cada día.
  • El siempre y el nunca son los estados más transitorios que existen.
  • Éxito se escribe con “e” minúscula porque lo grandioso es sólo la suma de pequeños logros.
  • Existir se escribe con “e” minúscula porque la vida solo ofrece momentos.
  • El mayor tesoro del hombre se encuentra “entre sus dos orejas”.
  • La fe mueve montañas.
  • El hombre NO ES lo que le sucede.
  • Todas las criaturas que rodean al hombre son maestros que tienen algo por enseñar.
  • La soberbia es el peor de los pecados.
  • El secreto de la longevidad es hacer siempre lo mejor posible y nada más.
  • Todo cambio se produce de “adentro hacia afuera”.
  • La humildad es condición inherente al hombre porque éste no es nada más que una partícula diminuta en las proporciones del universo.
  • El entendimiento de la vida se resume en comenzar y concluir cada día con un gracias.

  • El hombre es la única criatura sobre la tierra que sonríe.
  • Amar sin demostrar es lo mismo que sentarse sobre una corona en lugar de llevarla en la cabeza.
  • No existe mejor médico que el tiempo y mejor juez que la conciencia.
  • No se habla si no se tiene algo bueno por decir.
  • La queja es el grito de exclamación del débil y la mentira del cobarde.
  • El único enemigo que no peca de ociosidad es el que se lleva dentro.

Cuando el hombre carece de actitud es presa fácil de la vida, como una sombra que desaparece en la oscuridad. De ello no lo rescata todo el conocimiento del mundo.

Por otra parte, cuando todo lo demás mengua, la actitud reina. Y así perfecciona ésa máxima que distingue a un hombre entre los demás:

“Las estrellas brillan cuando el sol se oculta”

(Extracto del libro: “Emprender es una forma de vida. Desarrollo de la Conciencia Emprendedora“)

Twitter: @NavaCondarco

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