Aumente su competitividad. 9 recomendaciones útiles

Ser una persona o un profesional competente no es suficiente para prevalecer. Hace falta desarrollar un apropiado perfil competitivo, es necesario construir y activar capacidades para hacer las cosas mejor que los demás. Así se maximizan los potenciales que se tienen y se transita a la excelencia. Para jugar en las “grandes ligas” aumente su competitividad reflexionando en las siguientes recomendaciones:

1.- Sea su propio creador.-

“La única persona en la que está destinado a convertirse, es la persona que decide ser”

(Ralph Waldo Emerson)

La construcción del perfil competitivo es consecuencia de decisiones que se toman, nunca de inercia o azar. Nadie llega a ser competitivo “sin darse cuenta”, siempre es producto de planificación inteligente y trabajo.

En cada persona existen dones y condiciones particulares, por supuesto, pero si estas eventualmente explican virtudes, habilidades o destrezas, pocas veces definen la competitividad.

Es cierto que la forma más efectiva para que aumente su competitividad, pasa por trabajar ésas disposiciones naturales, pero el peso de los factores tiene éste orden: trabajo primero y condiciones naturales después. La competitividad no es un regalo de la cuna, se la debe crear.

Quién tiene disposiciones particulares para el relacionamiento con los demás, debe partir de ello para construir su perfil competitivo, igualmente el que tiene facilidad para hablar, escribir, analizar, comunicar, persuadir, convencer, etc. Todas estas (e infinidad de otras), son excelentes condiciones de partida, porque son fortalezas que se distinguen de los demás, pero si no se les agrega disposición, trabajo metódico y sacrificio, ahí quedan.

En algún momento es importante consolidar el perfil competitivo trabajando sobre debilidades y defectos, pero ésa es una etapa posterior. Para comenzar el camino apropiado está señalado por dones, virtudes y fortalezas naturales que se posean.

¡Usted es el creador de su perfil competitivo! Nadie más debe determinarlo. Entender esto es vital, porque el mundo está lleno de personas cuyo destino ha sido definido por otros: la familia, el colegio, la universidad, los empleos que se han tenido, los colegas, etc. Esta lógica (por triste que sea), puede formar profesionales competentes, pero nunca muy competitivos.

La competitividad destacada se asienta en la excelencia, y ésta es en todo caso consecuencia del amor. De aquello que se hace con gusto y satisfacción. Por lo tanto, no deje que nadie más defina su camino. Aumente su competitividad tomando sus propias decisiones.

2.- No tenga miedo.-

“En tiempos de adversidad y cambio descubrimos quiénes somos y de qué estamos hechos”

(Howard Schultz)

Por sobre todo, no tenga miedo de fallar o equivocarse.

Los perfeccionistas no son competitivos porque avanzan con lentitud. Los pusilánimes, estructurados y conservadores tampoco aplican en este juego. Todos ellos tienen un defecto en común: miedo a equivocarse o fallar.

Consolide y aumente su perfil competitivo con ésta convicción: el error es el que conduce a la perfección y al éxito. No hay mejor camino, y por lo tanto no se le debe tener temor.

Tampoco al “qué dirán”, el juicio ajeno o la envidia de los demás. El profesional competitivo vuela en alturas donde existe poca compañía, y las consecuencias de esto, positivas y negativas, se las debe asimilar.

3.- Sea diferente y “un poco loco”.-

“Su teoría es una locura, pero no lo suficientemente loca para ser verdad”

(Niels Bohr)

Todo el desarrollo y el progreso del mundo alguna vez se catalogaron como una locura, y los hombres grandes parecieron un poco locos para sus contemporáneos. Esto tiene una explicación sencilla: la distinción inquieta, atemoriza y es incómoda para los iguales.

Es difícil encontrar oportunidades en aquello que “todo el mundo” hace. Ninguna oveja blanca destaca y la masa es, muchas veces, sinónimo de mediocridad. Por esto es imperativo diferenciarse, pero siempre bajo la premisa de la capacidad, no solo la rebeldía.

La persona altamente competitiva es efectivamente un ser rebelde, pero en nada arbitrario o anárquico.

Aumente su competitividad haciendo lo que pocos o nadie más  hace, las cosas difíciles, todo lo que ahuyenta al promedio. Parece una locura, pero es la actitud que transforma el mundo.

4.- Hágale una marca al Universo.-

“Estamos aquí para hacer mella en el universo. De lo contrario, ¿para que estaríamos aquí? “

(Steve Jobs)

La gente altamente competitiva sueña en grande. Aspira y ambiciona exactamente en la misma forma que lo hizo Steve Jobs. Cuando a las aspiraciones se suma esfuerzo, trabajo y toda intencionalidad asociada al deseo de ser el mejor, se deja huella en el mundo.

La trascendencia es casi un imperativo moral para la persona competitiva, por esto su legado le sobrevive y constituye referente para los que llegan luego.

Aumente su competitividad atando su vida a un objetivo, no a personas o cosas. De esta manera trascenderá su espacio y tiempo, y le hará una marca al Universo.

5.- Visualice aquello que pretende alcanzar.-

“Cambia tus pensamientos y cambiarás tu mundo”

(Norman Vincent Peale)

La realidad es finalmente una función del “lente” con el que se miran las cosas. Póngase a pensar en algo simple: un día de lluvia es deprimente para una persona y estimulante para otra, ¿cuál es entonces la realidad?

Para las personas que ven el mundo como un jardín lleno de oportunidades, los obstáculos son una invitación a estudiar otras rutas, nada más. Pero para quién se asume en un mundo lleno de amenazas, el obstáculo marca el fin del camino. ¡Todo depende de los pensamientos que se tengan al respecto!

La mente competitiva se visualiza siempre victoriosa, porque o bien gana o aprende. Esto no quiere decir que construya un altar al optimismo, de ninguna manera. La persona competitiva es optimista y pesimista en función de las circunstancias, porque ambos estados son manifestaciones de una visión. En algún caso se avizoran parabienes y en otras dificultades, pero el hecho de visualizar es lo que vale.

Los atletas de alta competición siempre visualizan por anticipado su desempeño. Profesionales como los SEAL de la marina estadounidense y los atletas olímpicos lo hacen hasta la saciedad, sumando a cada visualización duro entrenamiento. Así se preparan para enfrentar contingencias y vencerlas.

6.- Lea.-

“Nos convertimos en los libros que leemos”

(Matthew Kelly)

Pocas personas leen, y ése ya es un elemento que distingue y otorga competitividad a quién lo hace. Pero planteado de esta forma solo es un atributo por defecto de los demás. Sin embargo el valor esencial de la lectura es otro muy simple: la capacidad de viajar por el espacio y el tiempo para aprender lo que se desee.

La experiencia de viajar cambia las mentes. Esto se puede verificar incluso en el más intolerante o mediocre. Conocer otras realidades y ampliar la visión de lo que se conoce tiene efecto transformador.

Pues bien, la lectura permite “viajar”, pero en términos exponenciales, porque no reconoce límites geográficos o de tiempo.

Es más fácil distinguir una persona que lee de una que no lo hace que diferenciar el color negro del blanco.

Aumente su competitividad haciendo de la lectura un hábito central. Desarrolle sus “músculos mentales” con la misma preocupación que le genera su cuerpo. Pocos lo hacen, y eso es todo lo que necesita oír el ser competitivo.

7.- Enfoque e intensidad.-

“La pregunta no es quién me va a dejar; es quien me va a detener “

(Ayn Rand)

La dispersión de la mente es uno de los obstáculos más importantes para la realización que se busca en la vida. Igualmente la intensidad del enfoque que se imprime en lo que se quiere.

Sucede algo interesante con la dispersión mental: todos la padecen, pero igualmente todos la superan en algún momento y circunstancia. La mayoría tiene capacidad de concentrarse y enfocarse para alcanzar lo que pretende. El factor diferenciador es la intensidad.

Para que aumente su competitividad debe enfocarse con intensidad. Volverse una persona casi obsesiva con los objetivos que tenga. Esta es la manera de superar los desafíos. La obsesión no es buena para nada en tanto no se la gestione con inteligencia, la persona competitiva lo sabe, y ahí toma parte el enfoque. Son cosas puntuales las que merecen el tratamiento obstinado, y por tiempo determinado.

Bien lo da a entender la afirmación de Ayn Rand, para la persona determinada, aquella que tiene claro el objetivo y la disposición de alcanzarlo, la pregunta no es quién se lo permitirá, más bien quién podrá detenerla.

8.- Desarrolle sistemas de apoyo.-

“Un mal sistema siempre vencerá el esfuerzo de la mejor persona”

(W. Edwards Deming)

La competitividad es un asunto de inteligencia, no de fuerza bruta. Un juego de poleas siempre multiplicará la fuerza física de cualquiera. De esto se trata el desarrollo de sistemas de apoyo.

Un sistema no está necesariamente asociado a complejidad o el concurso de muchos. Disciplina, método y orden personal, forma parte de rutinas sistémicas que conducen a que se aumente la competitividad. Sin ellas nadie se habilita para jugar en las grandes ligas.

Las personas brillantes no se sienten autosuficientes en el sentido del “lobo solitario”, reconocen la importancia y utilidad de recurrir a la ayuda de los demás y también de cuanto elemento pueda ser provechoso.

Para ellos prevalece ésa máxima definitiva del liderazgo estratégico: “No hago nada que otro pueda hacer por mí”. Así se perfecciona la distinción y el papel del sistema desarrollado para soportarla.

9.- Descubra su propósito.-

Quienes están comprometidos en realizar su potencial y alcanzar su mejor versión en este mundo, deben tener bien presentes sus motivaciones esenciales, los factores que las dinamizan. Esto es propósito. La competitividad no es un fin en sí mismo, es un vehículo que conduce a él.

Muchas personas no tiene clara este objetivo fundamental, esta misión existencial, y para ellas, la exigencia de desarrollar el perfil competitivo se vuelve solo un afán.

Aumente su competitividad alineado siempre con sus propósitos fundamentales: la trascendencia, el bienestar de los que quiere, la ayuda a los demás, el cambio del mundo que habita, la satisfacción de rendir a la altura del potencial que se tiene, etc.

El propósito es ése deseo íntimo que tienen todos seres  grandes: dejar este mundo un poco mejor del estado en que lo encontraron. Parece un objetivo presuntuoso, pero gracias a ello el mundo ha transitado desde las oscuras cavernas hasta lo que hoy se conoce.

Twitter: @NavaCondarco

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